LA HABANA. En medio de la alegría, la expectativa, el entusiasmo, la novedad o como quiera llamársele por la pronta llegada del presidente Barack Obama, The Rolling Stones (aún no confirmado) y ese team beisbolero de las Grandes Ligas de Estados Unidos, entre otras novedades que se nos avecinan, la primera plana del diario Granma de este lunes ha puesto a pensar, con lógica preocupación, a media Isla.
Entrenados desde hace décadas en esta suerte de anuncios a la ciudadanía este en cuestión viene firmado por el presidente de la República, ha logrado trasladar la magnitud del problema que se nos puede venir encima si el virus Zika logra penetrar nuestras fronteras.
No pocos han reparado en lo que claramente advierte la nota: “En la actualidad no hay vacunas ni tratamientos para dicha enfermedad”. Luego, más adelante, aconseja a la ciudadanía a “no contribuir a la propagación de epidemias y otras conductas que la favorezcan o constituyan un peligro para la salud pública”.
Tan serio el asunto que más de 9 000 efectivos de las Fuerzas Armadas y 200 oficiales de la policía reforzarán el plan gubernamental comandado por el Ministerio de Salud Pública en el saneamiento de focos donde la familia del mosquito Aedes da sus primeros vuelos hacia una epidemia que, junto a los perjuicios humanos, especialistas del Banco Mundial calculan en más de 600 millones de dólares la sangría a la economía nacional, mientras que para la región centroamericana y caribeña la cifra asciende a unos 3 500 millones.
No es un asunto de juegos ni de restarle importancia al problema. Saliendo la edición del Granma, entraba en muchas casas una nota anunciando día y hora para la fumigación del hogar.
Nunca he subestimado la sabiduría popular, su peculiar olfato para descubrir segundas y terceras intenciones. Los que antes ponían pretextos y al final lograban no se les fumigase la vivienda, son hoy los primeros preparados para recibir a un recluta del servicio militar con “bazuka” en ristre, con tal de asegurar el bienestar de la familia y que no se no malogre este de seguro inolvidable mes de marzo si los invitados comienzan a “rajarse”.