Yo tengo un problema bien serio con la “verdad” de los comunistas. En realidad aun hoy en el destierro, y después de muchos años, me sigue hartando. Me altera, me desquicia, me enerva y me trastorna. Se me atraganta y me forma una pelotera que no hay manera de que la pueda bajar, digerir y excretar.
En Cuba la “verdad” revolucionaria fue y es fabricada, desde el mismo 1 de Enero de 1959, en los laboratorios del pensamiento ubicados en algún edificio del Vedado.
La fueron mezclando, edulcorando, magnificando, tergiversando y menospreciando, según les convenía, un montón de “investigadores” vestidos con batas verde olivo y siguiendo las ordenanzas de su cabecilla prepotente, disparatado y manipulador.
La “verdad” comunista duele, lastima, insulta, nos vuelve impotentes, nos ahoga y nos ofende. No hay que ser muy inteligente, solo basta tener algo de sensibilidad, percepción y amor por la vida y los seres humanos para que nos llene de urticaria.
Los laboratorios verde olivo inventaron y nos vendieron (por la libreta por supuesto) “un país libre de pecados, inmenso en su prosperidad, paraíso perfecto para la raza humana, una sociedad de justicia e igualdad y una patria bienaventurada donde hasta los perros comerían jamón y tomarían café con leche”.
Pero pasaron los años, uno tras otro, cada uno con su cuota mayor de sacrificio y austeridad, porque el 61 fue igual al 71 y este igual al 81 hasta el 91 que fue peor, y el 92, 93 y 94 ni se digan, lo único que aumentó fue la imposición de más abnegación para la Revolución, la moral más alta que el Turquino, que no se diga que ahora nos van a derrotar, que el jugo de toronja no mata, ni el bistec de frazada de piso, ni los chicharos con col, ni la carne de perro o gato, ni caminar o montar bicicleta como unos trastornados, no, que no, que no que María Cristina me quiere gobernar…
Malditos estos “científicos” que inventaron los “logros de la Revolución”, manigüeros y alborotadores, ají guaguao a pulso en desayuno, almuerzo y comida.
Ideas y más ideas, proyectos a corto, mediano y largo plazo que sólo inundaron el éter, incluso más allá de nuestras fronteras, cuando lo único que había que hacer era concentrarnos en trabajar y producir, sin fajarnos con nadie y comerciando con todos, porque siempre fuimos eso, una nación abierta, con perspectiva y sin necesidad de tanto invento, prepotencia y algarabía.
Nos timaron, nos estafaron, nos mutilaron y nos cegaron el espíritu, malditos sean…