¿Es Cuba un país libre de feminicidios? No lo es. A principios de 2017, Cárdenas, municipio de la provincia de Matanzas vivió la atrocidad. En distintos lugares del pueblo, en un estadio, en un monte, restos de una mujer fueron encontrados. Una mujer joven de tez morena. Su cuerpo fue mutilado y esparcido por el municipio. Todo el cuerpo, a excepción de la cabeza. La imaginación y la especulación habían abierto paso para varias historias.
El crimen por su naturaleza, fue ignorado por la prensa. No importa si son independientes o no, o si se trata de voceros estatales u opositores. La cobertura de crímenes es “sensacionalismo” para Cuba y por ello no hay acceso a fuentes oficiales para saber sobre ellos. Cubrir los crímenes en sí puede ser el delito, aún por encima de haberlo cometido.
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Solo en contadas ocasiones, casos realmente extremos, la prensa estatal haciendo un paréntesis a sus poderes, incluye dos notas escuetas de detenciones o sentencias. De resto, no hay documentación alguna que permita archivar estos crímenes. No hay forma de seguirle la huella a la verdad a menos que sea directamente de voz de protagonistas o por rumores.
El Mostrador de Chile, recuerda como la historia de este descuartizamiento se esparció por un poblado habitado por al menos 147 mil personas. Aún en un momento sensible para los cubanos por la cancelación de la política de pies secos/pies mojados, la naturaleza de horror del crimen se impuso y era superior a la incertidumbre sobre la situación de los migrantes.
Marielys Pérez, camarera en un restaurante privado, ubicado frente al Parque José Antonio Echeverría, cuenta que en esos días la gente sentía miedo a salir de casa “porque no se sabía lo que estaba pasando ni por qué” y, ante la falta de respuestas, las especulaciones proliferaron.
Yadián Rodríguez, colega de Marielys, precisa que el miedo era tan fuerte que “había noches en que casi todo el mundo aquí se acostaba temprano y no veías a nadie en la calle”. Hasta que no se supo, otra vez por vías informales, que la policía había capturado al presunto culpable, los residentes en Cárdenas, sobre todo las mujeres, no recuperaron la sensación de seguridad, publica El Mostrador.
El rumor de la calle
De manera extraoficial, el relato comenzó a agruparse. Datos iban y venían y algunos añadían más de la cuenta. El vacío de explicaciones no ayudaba a la población para entender qué había ocurrido realmente. Todo coincidía en que el sujeto detenido por la policía había sido el esposo de la víctima y padre de su hijo menor. El móvil aún se desconocía.
Se rumoraba que el hombre la mató por engañarla con un vecino, dejándolo para iniciar una nueva relación y el hombre no aguantó verla con otra pareja. Se dijo además que el hombre la obligaba a prostituirse para quedarse con el dinero y cuando no hacía suficiente la golpeaba, al punto de que terminó matándola de esa manera: a punta de golpes. Pero se dijo que la mató a puñaladas, a piñazos, que la sacrificó por un asunto de religión ofreciéndole la cabeza a su santo.
La mujer asesinada se llamaba Taimara Gómez Macías, madre de dos niños Christopher y Christian; hija de Tamara, nieta de Mercedes, hermana de Dagmara. A sus 29 años vivió lo que muchas mujeres alrededor del mundo viven: fue víctima de violencia de género por tiempo suficiente y con los testigos suficientes para haber evitado su muerte.
En medio del atroz cuadro solo hay algo que se escapa. El feminicidio no es un delito tipificado en Cuba. Para la periodista y feminista cubana Sandra Abd’Allah-Alvarez Ramírez, autora del blog Negra cubana tenía que ser, considera que en Cuba es acertado hablar de feminicidio en esos términos, pues las estructuras sociales, políticas, culturales, legales y económicas del país reproducen la violencia contra las mujeres.
La joven había sido víctima de maltratos durante mucho tiempo antes de ser asesinada por su marido. A pesar de que el Código Penal de Cuba no lo considere un delito e invisibilice a las víctimas de la atrocidad machista, existe y pasa en Cuba.
A dos meses del suceso, el crimen continúa siendo un enigma en Cárdenas. Reinier Demarco, maestro de preuniversitario, opina que “ese tipo de noticias debería salir en el televisor. ¿Tú sabes lo que es que descuarticen a una mujer? Esas cosas deben aclararse bien”. No obstante, lo que más preocupa ahora es la sentencia que le impondrán al esposo de la víctima, de ser encontrado culpable en el juicio.
¿Lo más lamentable?
Esta no es la primera vez que en Cárdenas ocurre algo similar. Episodios de violencia y asesinatos contra mujeres están en el historial del municipio.
Una joven casi muere a puñaladas a manos del exnovio y sobrevivió porque la madre se interpuso y dio su vida para protegerla. Otra joven murió con apenas 18 años porque el marido le reventó el hígado a patadas.
En Cuba, hay una ley no escrita con que se justifica el inmovilismo: “Entre marido y mujer, nadie se debe meter”. Son las manifestaciones cotidianas de violencia toleradas en la isla. Nadie interviene cuando se trata de violencia, ni siquiera física. El temor de la gente, es que la propia víctima defienda al victimario. Es una creencia popular que una mujer que se mantiene con un hombre que la golpea quizás merezca los golpes que recibe o “se los busca” porque permanecer al lado de un agresor, quizás sea su elección, sin evaluar el ciclo que va más allá del perdón de una y otra vez: el miedo.
La sociedad juzga y convierte casi siempre a la víctima en la responsable, esperando que sea ella quien le ponga fin al calvario y en eso, el sistema cubano no ha respaldado a las mujeres. Considerar a todos los cubanos iguales ante la ley, ha hecho que los homicidios sean juzgados por igual, sin importar la relación entre género y motivación del agresor.
Redacción Cubanos por el Mundo