La prostitución en Cuba no es nueva, mucho menos un tabú, es simplemente un secreto a voces. Un mercado amplio, diverso, ilegal pero lucrativo, que se mantiene con la complicidad gubernamental para la satisfacción de turistas, los grandes salvadores de la economía cubana. Desde la clandestinidad, las casas de citas proliferan y se hacen sofisticadas buscando satisfacer a diplomáticos y clientes importantes que solicitan los servicios bajo total discreción.
“La gente que viene a aquí son gente limpia, clientes fijos, mucho extranjero, la mayoría son diplomáticos, gente importante. Ya yo he ido dos veces a Panamá y ya me invitaron a Canadá para el año que viene. Con lo que gano yo no pienso en quedarme afuera, aquí me va bien. Bueno, cuando deje de ser bonito es otra cosa, ya lo pensaré mejor”, expresa Hassan, un joven cubano, proxeneta, de 28 años.
RECOMENDADO: ‘Hola puteros’: La más fuerte campaña contra la prostitución
El joven presta sus servicios a través de Pável, un reclutador de hombres y mujeres dedicados a la prostitución. Creó una famosa casa de citas, que ha conseguido prestigio en la Isla por su discreción y por los buenos prospectos que ofrece a sus clientes, una fama de la que no gozan otros lugares muy concurridos como El Token, Las Vegas, el Karabalí o el Scherezada. En la casa de Pável pagan hasta diez veces más que en la competencia.
“Aquí viene el que no puede estar exhibiéndose por ahí, el que quiere fiesta pero que nadie lo vea. Mucho diplomático, pinchos (dirigentes)”, comenta Yosie, una chica que trabaja con Pável, compartiendo el “trabajo” junto a otras 14 mujeres y la misma cantidad de hombres, todos entre los 17 y 30 años de edad.
Bien visto
Fue en el año 2002 cuando a Pável, que se prostituyó desde los 21 años, se le ocurrió montar una casa de citas luego de que uno de sus clientes, un italiano, le comprara una casa en el centro de la ciudad que en aquel momento costó 3.000 dólares. Ahora la vivienda, en la que ha invertido unos 30 mil dólares, vale cerca de cien mil.
Tras una sencilla fachada de bar-restaurant, el local abre al público, dejando los pisos superiores y las terrazas de uso exclusivo para los clientes que llegan recomendados en busca de sus servicios sexuales.
Los jóvenes reclutados se sienten agradecidos con su jefe, quienes les permitió obtener mejores ganancias en un ambiente más seguro y con mejores clientes.
“Comencé como todo el que llega a La Habana, pasando hambre y yéndome por tres pesos, hasta que conocí a Pável. No, yo fui el que vino a verlo porque ya un socio me había hablado de él. Eso fue un cambio de la noche a la mañana. Con Pável fue la primera vez que yo vi 50 dólares uno arriba del otro, no podía creerlo. La ventaja de esto es, primero, que todos los días te vas con no menos de 50 dólares, después, que no tienes que andar caminando por ahí, y la mayoría son pura gente importante”.
Redacción Cubanos Por El Mundo