Diez meses después de que desalojaran a los libreros y vendedores de antigüedades del casco histórico de La Habana, los negocios han mermado y ahora no tienen recursos para pagar impuestos al Estado. “Lo perdimos todo: espacio, cliente e ingresos”, se quejan.
Los desalojaron el 1 de marzo pasado de la habanera Plaza de Armas. Los obligaron a ocupar un minúsculo espacio en la antigua Casa de Justicia Santa Ana, en Baratillo y Jústiz, informó Diario de Cuba.
Un documento escrito por los ‘cuentapropistas’ expresa:
“¿Cómo lograr que entren los turistas en el inmueble arrendado y se obtenga un ingreso aceptable para cubrir los tributos a la ONAT, a la Seguridad Social, a [la inmobiliaria] Fénix S.A. y, ¿por qué no?, a la CTC [Central de Trabajadores de Cuba] municipal de La Habana Vieja”
El texto, remitido el 4 de julio, expone “un conjunto de demandas e inconformidades con la actual ubicación que no han sido resueltas en beneficio de los comerciantes”.
De vieja data
Los vendedores estuvieron en la Plaza de Armas durante más de 20 años. El traslado “bajo una orientación bastante drástica” de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC), “los obligó a instaurar dos turnos de trabajo debido a las condiciones de hacinamiento”.
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Uno de los afectados declaró a medios locales que cuando estaban en el viejo espacio, “anualmente ingresábamos al presupuesto del Estado una cifra real de 1.257.600 pesos —50.300 dólares— y fuimos pioneros, dentro del Casco Histórico, en donar voluntariamente un dólar como contribución extra”.
El gremio de libreros cuestiona en su informe Fénix S.A. “el absurdo de pertenecer al sindicato de Cultura y no ser invitado nunca a eventos como la Feria Internacional del Libro o el Sábado del Libro“.
“Siempre nos excluyeron de cualquier proyecto sociocultural. Nunca se vincularon los fines culturales con los fines económicos como quería Fidel (Castro) y a pesar de ser nuestra prioridad”
Redacción Cubanos por el Mundo.