La fotografía de Lucas Landau se ha vuelto viral en las redes luego de que iniciará un debate racial por las diferentes interpretaciones que causó la instantánea tomada en Brasil el pasado 31 de diciembre al momento de festejar la llegada de año nuevo.
El fotógrafo Lucas Landau no imaginó que su fotografía: la de un niño que veía impresionado los fuegos artificiales, mientras vestía solo una bermuda negra y entrelazaba sus manos para protegerse, quizás, del frío, le daría la vuelta al mundo.
Originalmente la imagen se envió a color a la agencia reuters, a la que pertenece Landau, pero el fotógrafo decidió publicar en su cuenta de twitter a blanco y negro y sin ninguna presunta inteción la polémica.
reveillon copacabana, 2018 #lucaslandau pic.twitter.com/hDaOX7S1qS
— Lucas Landau (@lucaslandau) January 1, 2018
Muchos vieron en ella un niño perdido, pobre, asustado, siendo ninguneado por la masa blanca. Otros vieron en ella incluso la imagen de las ““consecuencias de un golpe” y fue un “puñetazo en el estómago”.
https://www.facebook.com/jovensdeesquerda/photos/a.666091046925410.1073741828.665517103649471/769205979947249/?type=3
Mientras la foto se hacía viral, activistas del movimiento negro planteaban otra cuestión: ¿interpretaríamos igual esa foto si el protagonista fuese un muchacho blanco y rubio?
El problema no es la foto, sino su interpretación y la de su contexto. La gente que mira la foto está condicionada a entender que la imagen de una persona negra está asociada a la pobreza y al abandono, cuando en realidad no es más que un niño negro en una playa. Esta precondición es racismo estructural, resultado de la mala educación del pueblo brasileño sobre él mismo, lamenta el escritor Anderson França.
La imagen, compartida por su autor a través de su cuenta de Twitter, ha obtenido en sus primeras 48 horas de publicación más de 15.000 “me gusta”.
Redacción Cubanos por el Mundo