Los cubanos que estudian carreras prometedoras y necesarias para Cuba se enfrentan a la cruda realidad económica del país. Este fue el caso de Alexander Hernández Ortiz quien se vio en la necesidad de convertirse en vendedor de churros de Ciego de Ávila para ayudar a su familia.
Debido a los miseros pagos que podría conseguir ejerciendo sus profesiones decidió vender churros. Actualmente su puesto está a diario en una esquina de la plaza Máximo Gómez de la cabecera provincial.
Le puede interesar: Más de 5 mil cubanos han regresado a la isla durante pandemia del Covid-19
El preparado vendedor de churros de Ciego de Ávila
Hernández Ortiz contó que estudió la carrera de contabilidad y finanzas. Asímismo es licenciado en matemáticas y computación.
Confesó a los medios locales que tiene una buena educación superior y está “muy preparado” para asumir cargos en trabajos empresariales, pero la propuesta económica es insuficiente para mantenerse.
“Yo no siento que vaya a terminar vendiendo churros. En estos momentos yo siento que voy a estar mejor aquí en esta etapa de mi vida porque mis niños están pequeños y mi mujer está trabajando”.
Aseguró que en medio de la situación del país la “única forma” que ve para ayudar a su familia, y a la sociedad de Ciego de Ávila, es haciendo churros en la plaza.
Admitió que los churros no llenan a nadie, porque realmente no contribuye al tema de la alimentación, pero considera que los “entretiene” de los problemas diarios que vive la sociedad cubana.
Le puede interesar: Régimen dice que medio millón de cubanos reservaron vacaciones en hoteles
Como Hernández Ortiz hay millones de ciudadanos de Cuba que no pueden ejercer sus profesiones en las instituciones y empresas. Esto ya que están ahogadas por las restricciones del régimen castrista y en muchos casos ofrecen sueldos de hambre.
Cubanos por el Mundo