A pesar de que Omar Rafael García Lazo luce muy valiente en esa especie de declaración de principios que publicó en el portal Cubadebacle, la cual contó más tarde con el beneplácito compartidor de Mariela “Langosta” Castro Espín, nada más lejos de la verdad. El hombre, no es tan revolucionario nada. Si es revolucionario íntegro, ¿qué hace comiéndole la jeva a Abel Ernesto Derivet Vidal, el diplomático cubano, ex Segundo Secretario de la Embajada de Cuba en México? Yo me pregunto…
Lo cierto es que Omar Rafael García Lazo es una rata de alcantarilla. Penco a más no poder, que fue capaz hasta de embarcar a una ex novia, con un alto cargo dentro de la FEU en la Facultad de Periodismo de la U.H, un día que se las dio de “crítico” al proceso revolucionario y terminó tó cagao, echándola para alante a ella y a otros amigos del aula.
Nadie lo soportaba, excepto Diony Sanabria, que fue presidente de la FEU en la Facultad, su amigo personal, carismático y “buen socio” que le cogió lástima a Omarito porque todos lo rechazaban por sangrón, pesado y falta de carácter.
Todavía, este joven íntegro, sin tacha y sin miedo, que le debe la vida, la buena vida, se puede decir, a Diony , anda cagao con esa historia. Los otros días, un amigo del aula le recordó la anécdota en Facebook y el hombre puso la marcha atrás. Esa mancha en su expediente de revolucionario cabal está lejana en el tiempo, pero presente en algunos de nosotros, que por esas fechas andábamos por aulas universitarias creyendo en consignas y prosperidad socialista a la vuelta de la esquina.
El que sí prosperó, y mucho, fue Omarito. De la FCOM fue a parar a Relaciones Internacionales. De allí, a la Embajada Cubana en Colombia. Casado. Sin problemas económicos y financieros de ningún tipo. Esposa ¡y amante!
Su amante, ya vivía en Colombia. Periodista ella, cubana, casada con un ciudadano colombiano. Así comenzó todo este asunto de infidelidades dentro de la tropa “diplomática”.
El tarro, que es recíproco, Omarito a su esposa y ella a su actual pareja, comenzó pero no terminó nunca. Cuando ella regresó a la Habana, se le metió por los ojos a Abel Ernesto, que por esas fechas estaba casado también, y terminó rompiéndole el matrimonio al revolucionario Abelito. Este se casó con la chica, y ahora espera en la misión diplomática, que Claudia viaje, no a Colombia a bailar el muñeco con Omarito, sino a Nueva York, con él.
Sí, porque Claudia Ojeda, periodista del Sistema de la Televisión Cubana, viajaba de Cuba a Colombia, por mediación de Omar, a menudo, para refocilarse en hoteles de Bogotá. Eso es: pegándole los tarros a Abel Ernesto ella, pegándole los tarros a su esposa, él.
Sin dudas todo un mejunje y tropelaje amoroso, indigno de tan altas figuras de la diplomacia cubana, que ya tiene un diplomático dentro del closet, muy enérgico y viril… pero esa, es una historia ya contada.
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