Una escena desgarradora se suscitó hace pocos días cuando un joven migrante venezolano de 18 años de edad, e identificado como Brayan Pinto, se tuvo que despedir de su perrita en plena frontera entre México y Estados Unidos.
Según el reporte de medios internacionales, tanto el joven como su mascota, que responde al nombre de “Brandy”, recorrieron varios países con el fin de llegar a tierras de libertad. Al entrar a la nación azteca, todo parecía que terminaría de la mejor forma posible. Sin embargo, el migrante venezolano se encontró con la más dolorosa advertencia: si quería cruzar, tenía que dejar a la pequeña perrita, ya que las autoridades norteamericanas no permiten a los solicitantes de asilo ingresar con animales.
“Ella ha estado conmigo durante dos años”, declaró Brayan a la prensa, acotando que la peluda había sido un regalo de su madre justo antes de su muerte, hace dos años. Desde entonces, el animal fue su apoyo en todo momento.
Brayan relató que la mascota lo acompañó desde el comienzo del viaje hasta el mismísimo final de la travesía, cruzando incluso la peligrosa Selva del Darién.
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Al joven no le quedó de otra que devolverse a Ciudad Juárez y ahí, con todo el dolor del mundo, despedirse de Brandy. Antes de ponerla en los brazos de un periodista (quien se encargará de su cuidado) la abrazó con visible tristeza y hundió su rostro en el pelaje del animal. Finalmente, no le quedó de otra que decirle “adiós”. Acto seguido, se entregó a las autoridades de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
Este es el tipo de cosas que han ocasionado las dictaduras de países como Cuba, Venezuela, y otras naciones azotadas por el comunismo, cuyos habitantes tienen que pasar por el incalculable dolor de tener que dejar a sus seres más queridos para huir de la miseria.
Redacción de Cubanos por el Mundo
