Dicen que el limón es amargo, aunque sea la base de todo y que también es ácido. Acido y amargo como el trago que recibió el ex periodista oficialista Boris Fuentes, retirado ahora en Buenos Aires, Argentina, cuando al intentar ver a su socio de los años, de Villa Clara, de decenas de coberturas y viajes al extranjero, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, este lo rechazó de canto.
Agua caliente, agua salada, de madrugada.
Dice una fuente de entero crédito y amiga de los años, desde la Argentina, que Boris Fuentes estuvo jugando cabeza para poder asistir al encuentro que el mandatario cubano tuvo en Buenos Aires, en días pasados, con parte “selecta” de la emigración cubana allí.
Pero, a la hora de prepararse el listado, una orientación muy clara y firme fue enviada desde La Habana: ni Boris Fuentes ni Isabelita Fernández podían asistir al encuentro.
Dice la fuente que Boris debió haber intentado al menos mover otros hilos, hacer un poco de ruido. , pues a ella llegó el comentario de que seguía intentando el acercamiento.
Aparentemente – y esto no ha podido confirmarse – el ex gallito de pelea y rival en el cuadrilátero del periodista Mario Vallejo en Washington, quería tener la oportunidad de disculparse una vez más con Díaz-Canel (o la primera) y decirle que no había sido culpa de él lo sucedido; que lo quería y estimaba mucho, pero que no había sido su intención perjudicarle al publicar aquel reportaje donde el diazka quedó expuesto con una frase que pasará para la historia:
“LA LIMONADA ES LA BASE DE TODO”
“Trató de sanar una vieja herida. Y ni siquiera pudo ver a sus colegas de la prensa. O al menos, según escuché en el pasillo, a los periodistas del equipo de prensa de Díaz-Canel les prohibieron entrar en contacto con Bors Fuentes y con Isabelita.
“Aquí vino el noticiero. Ninguno tuvo contactos con ellos. No sé si por teléfono, pero personales, lpo dudo. Todos se cuidan mucho. El viaje al extranjero es la principal fuente de entrada de divisa para esa gente,” dijo la fuente desde Argentina vía telefónica y desde una cabina, para evitar lo que dijo serían “males mayores”.
Una revisión exhaustiva de los materiales y fotos divulgados a raíz de la presencia de Díaz-Canel en Buenos Aires, como parte de la cumbre de la CELAC, no arrojó resultados positivos. Ni Boris Fuentes, ni Isabelita Fernández, aparecen ni de refilón en decenas de materiales revisados.
La verdad sea dicha: de aquella amistad que parecía duradera, firme contra viento y marea, bretes y chismes, nada queda. Ninguno de los tres, a pesar de haber nacido en la misma tierra, pertenecer a la misma generación, coincidir, hablarse y llamarse, cientos de veces, tienen contacto entre sí.
Probablemente Machado Ventura haya logrado convencer a Díaz-Canel de que Boris Fuentes quiso joderlo; y la Seguridad del Estado lo haya convencido también de que había que sacar a Isabelita del Noticiero Dominical porque, podía, en vivo, decir cualquier cosa. Hay quien dice que el Dominical se graba, que no es en vivo, pero que el escarmiento tenía que ser parejo.
Lo que sí es cierto es que Díaz-Canel le dio agua caliente, agua salada ¡y de madrugada! a su viejo amigo Boris Fuentes, que deberá acostumbrarse en su retiro espiritual bonarense a que, de aquel Díaz-Canel villaclareño, amigo y hermano, ya no queda nada.
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