El periodista Yunior Smith Rodríguez, conocido comentarista de noticias internacionales del Noticiero Nacional de la Televisión Cubana (NTV) que emigró en el 2021 hacia los Estados Unidos, se estaría dedicando a labores muy distintas a las que ejercía en la isla.
El hombre que fue “descubierto por Alexander Otaola” en la frontera, con sus botas cubiertas de fango, y un jeans más sucio que el culo de un niño chiquito, decidió darle un cambio significativo a su vida y carrera cuando, cansado de esperar legalmente por su salida del país, decidió emprender el caminito de muchos, aunque en su caso, su salida no fue por Nicaragua.
Smith renunció a su empleo en el Sistema Informativo de la Televisión Cubana, buscando un nuevo comienzo fuera de las fronteras de su país natal; precisamente en el país que más criticó mientras estuvo en la TV: Estados Unidos.
Al llegar a la frontera con los Estados Unidos, y viéndose descubierto, Smith confirmó su intención de pedir asilo, un paso audaz para alguien que había sido una voz prominente en los medios de comunicación cubanos.
Aunque había defendido el sistema en Cuba, a su llegada a la frontera estadounidense para buscar asilo dio un giro dramático en su postura y perspectiva. Arremetió contra todos y contra todo lo que fuera “Cuba” y “NTV”, dejándoles a muchos cubanos un sabor bien extraño en la boca. El hombre que hasta hace poquito decía horrores del imperio y defendía con sonrisa impoluta a todo lo que oliera a Socialismo, de pronto viró la tortilla, y hasta apeló a los recuerdos de quienes trabajaron con él para que “lo defendieran”, mientras rememoraba momentos en los que dice se reviró, tuvo que tragar en seco y acatar órdenes “de arriba”.
La salida de Yunior Smith de Cuba expuso a la palestra pública la llamada doble moral de los periodistas, locutores y presentadores cubanos que, a pesar de tener las herramientas para decir NO, ante las cámaras y micrófonos, optan por fingir, continuar fingiendo, mientras adoctrinan y adormecen al pueblo que, meses después, sorprenden con su aparición “en el país del enemigo.”
A pesar de su prominente posición en los medios de comunicación cubanos, la decisión de Smith de permanecer en silencio, y aparecer en la frontera – no obstante su relación con una ciudadana norteamericana y tener un hijo con ella – a muchos les supo tan mal que, de la faz de la tierra lo desaparecieron.
También él, consciente de que ya en sus redes sociales no podría engañar a nadie, y que estas solo servirían para que la gente le expresase en su cara toda la repugnancia que dada y les dio su doble moral, decidió contribuir con su nueva vida.
Desde entonces optó por tomar un bajo perfil. Tan bajo, que se borró todas sus cuentas de redes sociales.
Solo se quedó con Whatsapp y con aproximadamente 45 contactos porque, como le dijo a un compañero de trabajo en la fábrica en la que trabajó durante un buen tiempo a su llegada a los EE.UU. “esas redes sociales son una asquerosidad”.
Lo cierto es que más asco daba él en el NTV, con lo que decía, y lo mal que hablaba de EE.UU., país que le ha permitido, en muy poco tiempo, sentirse realizado.
Sí, Yunior Smith se siente realizado “e influencer”, le ha dicho al amigo en más de una ocasión.
Estados Unidos es tan malo, que le ha permitido a Yunior Smith ser feliz. Incluso, la denuncia hecha por un grupo de cubanos ante las autoridades de los Estados Unidos parecen no haber surtido efecto.
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Ya no habla de política, a no ser en su círculo más íntimo. Solo habla de su vida personal.
El país al que tanto criticó le ha permitido convertirse en maestro, dando clases de Español en una escuela cristiana privada.
En días pasados dijo haber sobrevivido a la primera semana de clases en la escuela. El primer día vistió un pantalón de hilo blanco y una camisa oscura, con dos finas rayas blancas a cada lado.
Al salir por la puerta su esposa, Jessica, le tomó una foto que él, alegre, le envió a unos cuántos amigos.

De la escuela, dijo días después, que estaban haciendo todo porque se sintiera bien y no tuviera deseos de irse. Comparado con la fábrica, estaba en el paraíso.
Dijo ser “un alma libre sin compromisos” y se reveló como todo un mercenario:
“Quien me pague más, para allá voy”. ¿Será por eso que dejó Cuba y se fue para los Estados Unidos? ¿Porque le pagaban más? Seguramente.
Días después se quejaba de que ya los años le estaban cayendo encima, y que se le opacaba “el brillo de la juventud”, y se confesó “pobre”; tan pobre que no podía dedicarse a viajar por el mundo y a ponerse bottox. Se confesó incluso “inmaduro para aceptar la vejez”.
La buena vida en los Estados Unidos le hizo a Yunior Smith engordar. Ahora, tras algunas rutinas de ejercicios ha logrado bajar diez libras.
Todas las mañanas se sube a su auto. Recuesta su cuerpo en el asiento gris del conductor y emprende camino a la escuela porque, gracias a los Estados Unidos, ya aprendió a manejar.
A veces, solo a veces, usa camisas con flores.
