Ernesto Borges Pérez, preso político cubano, cumplió este 17 de julio, un total de 26 años secuestrado en las mazmorras del régimen castrista.
Arrestado en 1998 bajo acusaciones de espionaje, la vida de Borges desde entonces ha sido una larga sucesión de desafíos y dificultades tras las rejas.
En el momento de su detención, Borges se encontraba en proceso de entregar información sobre espías cubanos destinados a operar en territorio estadounidense y diversos países de la OTAN a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana.

Fue entonces cuando el aparato de injusticia al servicio del régimen castrista le impuso la máxima pena, inicialmente de muerte, pero posteriormente conmutada a 30 años de encierro.
Su confinamiento ha estado marcado por condiciones extremas (tal y como sucede con muchos prisioneros políticos) incluidas largas temporadas en celdas de condiciones inhumanas, privación de cuidado médico adecuado y la limitación severa al contacto con su familia.
“Hace cuatro años que su progenitora, Santa Ivonne Pérez Díaz, falleció al no soportar tanto sufrimiento”, relató Raúl Borges, padre de Ernesto, en una declaración para CubaNet.
A lo largo de sus años en las mazmorras, Ernesto Borges ha sido privado de momentos fundamentales, como el crecimiento de su hija, quien tenía apenas cuatro años al momento de su detención.
Las consecuencias de su encarcelamiento también han deteriorado gravemente su salud, enfrentando serias condiciones sin el tratamiento adecuado.
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Ernesto Borges es uno de los tantos presos políticos que sigue sufriendo dentro de las terribles cárceles cubanas, sitios en los que se encuentran muchísimas personas que realmente no cometieron ningún delito.
Mientras tanto, los verdaderos antisociales continúan caminando a sus anchas por las calles del país, sin ser perseguidos por absolutamente nadie, cometiendo cuanta fechoría se les ocurra.
Redacción de Cubanos por el Mundo