Si algo hay que reconocerles a los muchachones de La Joven Cuba es su talento para la burla oportunista. Cuando el Departamento de Estado de EE.UU. congeló los fondos de varias organizaciones que financian medios independientes en la isla, los genios de la “objetividad” periodística de LJC no tardaron en sacar pecho con un post de esos que huelen a risa contenida, pero que terminan en tremendo resbalón.
“Mientras algunos ven arder sus fondos por estos días, nosotros continuamos aquí, sin ataduras ni concesiones”, postearon con aire de superioridad. ¿Sin ataduras ni concesiones? ¡Pero si el PCC no le da dinero ni a Granma, y ustedes siguen ahí, tan campantes! ¿De qué viven entonces? ¿De la luz del sol y el aire puro de Matanzas?
Y claro, usaron la famosa foto del famoso meme de la niña riéndose con su casa ardiendo, al fondo
La icónica imagen de Disaster Girl ¿Por qué usaron ese meme?
Que La Joven Cuba haya usado la imagen de Disaster Girl en su post burlándose de la pérdida de financiamiento de los medios independientes es una jugada simbólica bastante reveladora de su postura, porque resulta obvio que la imagen de la niña con su casa ardiendo suele interpretarse como una expresión de satisfacción malévola ante el caos. Es decir, como si ellos disfrutaran viendo “arder” (desmoronarse) a los medios que se quedaron sin fondos. Con ese meme, básicamente quisieron decir: “Nosotros estamos aquí, riéndonos mientras los demás sufren”.
Pero claro, el chiste del “rancho ardiendo” les salió por la culata, porque, el uso de Disaster Girl en su post no solo confirma su cinismo, sino que los delata más de lo que ellos creen. Con esa actitud, han dejado claro de qué lado están realmentey además revela su falta de ética y profesionalismo, pues se burlan de colegas que están pasando dificultades en lugar de solidarizarse.
Muestra además su doble moral, porque ellos también han recibido financiamiento, aunque se hagan los desentendidos cuando se les pregunta de dónde sacan el dinero; y los pone en una posición arrogante y antipática, ya que en lugar de argumentar con seriedad, prefieren ridiculizar la situación con un meme sarcástico.
El problema de hacerse los chistosos cuando la crisis aprieta es que la realidad, esa señora implacable, te pasa siempre factura.
La Joven Cuba quiso hacerse la graciosa y se les olvidó que dentro del gremio periodístico cubano nadie les cree el cuento de la independencia.
Desde que se les fue Alina Bárbara López Hernández, la línea editorial de LJC ha ido en caída libre hacia el conformismo más descarado, con el toque panfletario del que alguna vez intentaron desmarcarse.
Laura Vargas, excolaboradora de LJC, lo dijo sin pelos en la lengua:
“En agosto del año pasado empezó otra ola de represión hacia periodistas y activistas independientes. Tres colaboradoras de LJC fueron hostigadas por la Seguridad del Estado y el medio hizo mutis”. Ni una palabra de apoyo, ni una denuncia, ni siquiera un emoji de tristeza. Porque claro, los “independientes” de La Joven Cuba no se meten con la dictadura, no vaya a ser que pierdan sus propias “ataduras y concesiones”.
Pero la cosa no acaba ahí. Resulta que cuando se menciona que LJC ha recibido financiamiento de Open Society Foundations (la organización de George Soros), les da por hacerse los desentendidos. “¿Open Society Foundations?”, preguntaron en su post, con la ingenuidad fingida del que no quiere que lo descubran con la mano en la lata de leche condensada.
La propia Alina Bárbara, en los comentarios, opinó sobre el tema y dijo tener pruebas de que “el director de ese medio negoció con Seguridad del Estado” su salida de LJC.
Alina Bárbara, dijo además que “jamás en los años en que fui coordinadora de LJC se nos dio información sobre las fuentes de financiamiento, ese tema lo atendía Harold en modalidad centralización”
“Unicamente conozco de una fuente. Pero hubo diversas. La cuenta de LJC está en Estados Unidos y el titular, en esa etapa al menos, era Harold. Todas las veces que pregunté por el origen de los fondos decía que no era seguro hablar de ese tema hasta que estuviéramos frente a frente. Cuando vino a Cuba tras varios años, en noviembre de 2022, volví a indagar y tampoco dijo nada. Dos meses después me sacó. Vi ese meme y no me explico cómo pueden ser tan cínicos. Es una verguenza,” sentenció.
El silencio cómplice
La Joven Cuba, que tanto presume de transparencia, sigue sin responder la pregunta del millón: ¿de dónde sacan el dinero? Porque de algo tienen que vivir sus redactores y jefes, ¿o escriben por amor al arte mientras comen aire con aguacate?
Pero claro, en medio de la escaramuza, cuando las críticas comenzaron a llover como aguacero de mayo, los ilustres defensores de la “prensa libre” optaron por la estrategia más madura y responsable: el silencio. Ni una sola cara visible salió a responderle a Laura Vargas o a Alina Bárbara. Se escondieron, dejaron que la marea pasara, esperaron a que se olvidara el tema y, cuando crean que nadie se acuerda, volverán con otra broma de mal gusto, otra indirecta condescendiente.
Eso sí, que nadie les pida que sean coherentes. Eso sería pedir demasiado. Que nadie les exija que se pronuncien por la represión en Cuba o por el hostigamiento a activistas y periodistas. Para ellos, el problema son los medios que perdieron financiamiento, no la dictadura que impide que cualquier medio independiente pueda existir sin buscar fondos en el extranjero. Lo dicho: despepingados y todo, pero ninguno saca la cara.
A pesar de haber sido mencionados uno por uno, ninguno se dio un saltico al post donde Laura Vargas los desnudó para intentar defenderse. Todas las posibles “defensas” a su desacertado meme, las dejaron en su publicación donde incluso aparecieron dos ciberclarias ilustres: Lisandra Martin, la conocida “Periodista del Bombero”; y Ana María González Gorriz, una que se cree que se las sabe todas y es una soberana mediocre tan incoherente con las cosas que “defiende”, que lo mismo le tira a los indios que a los cowboys.
¡Sí! Lisandra Martín, la misma que ya una vez fue despepingada sin piedad por Lara Crofs, no podía faltar en los comentarios del post de La Joven Cuba. Parece que no escarmienta y le encanta meterse en el centro de la polémica.
Esta vez, llegó con su clásico tono de inquisidora oficialista para cuestionar por qué los críticos de LJC no mostraban “elementos innegables” sobre la falta de ética de ese medio. Es decir, la misma táctica de siempre: exigir pruebas irrefutables para desacreditar cualquier argumento que no le convenga. Pero claro, cuando a ella le tocó justificar su famoso “bombero fantasma” en el incendio de Matanzas, ahí no pidió evidencias ni mostró transparencia alguna.
Su aparición en los comentarios del post solo confirma su eterno rol de ciberclaria voluntaria, saltando a defender a sus compinches cuando se ven apretados, pero sin decir nada cuando les exigen explicaciones a ellos. Parece que Lisandra aún no se ha recuperado de su primera despepingada, porque sigue exponiéndose a que le caigan arriba otra vez.
Despepingan a periodista oficialista Lisandra Martín por ciberclaria y metiche
¡Obvio! Ana María González Gorriz, otra de las ciberclarias de guardia, no podía faltar en el festín de autoengaño y burlas del post de La Joven Cuba. Ya sabemos que es de las que se emocionan con cualquier cosa que huela a propaganda oficialista, y en esta ocasión no desaprovechó la oportunidad de jugar su papel de cheerleader del castrismo.
Saltó en los comentarios con su clásico tonito de “mi momento ha llegado 😆”, como si estuviera viendo una gran victoria. ¿Victoria de qué, Ana María? ¿De burlarse de colegas que han perdido su fuente de ingresos mientras ustedes se esconden detrás de un financiamiento opaco? ¿O de demostrar una vez más que son la comparsa disfrazada de “medios críticos” que el régimen necesita?
Lo más cómico es que ni ella, ni Lisandra Martín, ni nadie en LJC ha podido explicar de dónde sacan su dinero, pero bien que les encanta reírse de quienes sí han sido transparentes. En fin, otra ciberclaria más que se suma al coro de los que no sacan la cara cuando toca responder.
Ni ella ni Lisandra, han tenido los ovarios de ir donde Laura Vargas; pero tampoco lo han tenido Rubén Padrón y Mariana Camejo.
Tampoco lo ha tenido el ya más que cuestionado Harold Cárdenas Lemas, quien entregó no hace mucho la batuta de la LJC para evitar presuntamente, que con la llegada de Donald Trump al poder se le cuestione cómo él, desde los EE.UU. usa fondos no muy claros del todo – bueno, de eso va esta denuncia – para hacer una labor que a todas luces favorece, con su discurso tibio, al régimen cubano.
El propio Harold, en un alarde de suficiencia, dijo que lo hizo para darle un ejemplo al régimen de la isla de lo importante de entregar el relevo a las jóvenes generaciones. Sin embargo, otras fuentes aseguran que lo hizo para concentrarse en hacer lobby a favor de Cuba, aunque en algunas de sus últimas imágenes vistas en Instagram, al parecer fue a hacerlo a la isla de Santorini, en Grecia.