8 años de edad que se apagaron porque su pequeño cuerpo no resistía más no conseguir insumos para atender el cáncer que le robaba la vida. “El niño de la pancarta”, Oliver Sánchez, hizo que el mundo volcara sus ojos por una sorprendente y desgarradora historia que le da nombre y apellido a la profunda crisis de salud que vive Venezuela. ¿Lo trágico? el caso de Oliver es uno de tantos, que hoy conocen los venezolanos.
“Mitzaida Berroterán, madre de Oliver decidió asistir a la protesta de los enfermos convocada en la Plaza Venezuela. Era su forma de protestar por la tragedia que significa en estos días enfermar de gravedad en la nación sudamericana ante la carestía de medicinas. Mitzaida lo recordaba el jueves pasado, en el funeral de su hijo, fallecido el martes tras una suma de complicaciones que ilustran la crisis hospitalaria de Venezuela” reseña El País
Oliver escribió sobre un pliego de cartulina: “Quiero curarme, paz y salud”. La mañana siguiente, aunque temeroso por la cantidad de policías que veía alrededor, el niño se apostó a la vera de la fuente con su cartel. “Él era muy consciente de su enfermedad, pero quería sobrellevarla sin tanto sufrimiento”, dice Mitzaida.
Después de aquella protesta, a Oliver se le inflamaron los ganglios. Los exámenes de sangre determinaron que los valores estaban fuera de rango. Los médicos decidieron establecer un nuevo tratamiento, más agresivo, e incrementar el número de sesiones de quimioterapia. Los padres necesitaban esta vez conseguir un antibiótico, Bleomicina, y Procarbazina, que inhibe el crecimiento de las células cancerosas. Otra vez acudieron a las redes y a la búsqueda frenética del medicamento. De nuevo lo obtuvieron. La vida de Oliver, se apagó.
Con información de: El País
