La guerra cultural que adelantan los Castro redobla su curso natural, y sus tristes y esperadas bajas. Represión disfrazada de despidos a periodistas, acoso disfrazado de procesos legales en contra de abogados independientes, y su acostumbrada e invasiva ofensiva mediática, y rimbombante “miedática” contra fuentes extranjeras de conocimiento como World Learning, Cubanet y la NED. El régimen no sólo se ha quedado estancado en el pasado sino que sus estrategias y respuestas ante sus paranoias siguen siendo las mismas :aislar a las fuerzas opositoras, sea cual sea su origen o motivo, en base al miedo por asociación. Nada nuevo en las formas de resguardar a la revolución.
Tampoco es de extrañar que sea la Comisión Nacional de Ética de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) la que haya decidido la suspensión por cinco años del periodista holguinero José Ramírez Pantoja, por publicar en su blog personal (Verdadecuba) las declaraciones de Karina Marrón González, subdirectora del periódico oficialista Granma, en el VI Pleno de la UPEC el 28 de junio, cuando advirtió sobre la inminencia de las venideras manifestaciones en Cuba ante la agudización de la crisis económica.
Todo forma parte de una misma estructura, la circunscripción del carácter social del cubano a las directrices que dicte el castrismo, de acuerdo a su conveniencia. Esto cubre todos los ámbitos de la vida social, económica y política del país, siempre bajo el eufemismo de “dentro de la revolución todo, contra la revolución, nada”.
Dentro de esta estrategia, el régimen puede en un momento dado permitirse el lujo de seudoaperturas. De hecho ya existen y cumplen su función de ilusión como los cuentapropistas oficialistas que dictan conferencias en el extranjero y regentan restaurantes de extremo lujo en la isla; revistas como OnCuba, y hasta en el arte con Leonardo Padura, todo dentro de los lineamientos prediseñados e intencionados de control y minucioso seguimiento.
La frase normalizar las relaciones con Cuba, se debe tomar con pinza, ya sean con EEUU asi como de la Unión Europea (UE), o de cualquier latitud del mundo, no son como se pretende vender: vías para lograr el cambio, puesto que están fundadas en la “resignación” a la perpetuidad de la dictadura, como bien resalta un editorial del diario español El País:
La real politik no es ninguna estrategia, sino nada más que un reconocimiento a la coraza del castrismo, y el régimen lo sabe.
Por eso no se preocupa de la normalización con los de afuera, y continúa su ejercicio de la “anormalización” como una fuerza centrípeta que asfixie, que controle y les permita seguir muy de cerca a cada ciudadano, es decir, a los de adentro, negando de manera rotunda a los cubanos la oportunidad de acceder a una apertura real.
De forma paralela, la guerra continúa tras bambalinas, esporádicamente, tal como en la novela de Erich Maria Remarque, ¡qué pena!, se escapa una bala, alguien muere, y se registra una baja. Lo importante es que la opinión, tanto mundial como nacional, siga indicando: “All Quiet in the Castro Front”.
Con información de Diario de Cuba