Restos de Fidel Castro Ruz / Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate
Restos de Fidel Castro Ruz / Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate

Cuba no es Fi(d)el: muerte del dictador pasó sin pena ni gloria

Dec 15, 2016

9 días de luto nacional simulan un profundo pesar en Cuba por la muerte de Fidel Castro. Pero eso no es del todo cierto. Quizás no sea en nada cierto. Lo que sí es realidad es que el Huffington Post se adentró en la isla para conocer de primera mano qué sentían los cubanos tras la muerte del “líder revolucionario”, cómo se viviría en La Habana el pesar de la nación.

No hubo entretenimiento, bares, clubes, hoteles y restaurantes por orden del régimen. Se suspendió todo lo que implicara una atracción, las tiendas gubernamentales cerraron parcialmente, los servicios eran limitados e inclusive se silenció a los músicos que tocan para maravillar a los turistas. Esa fue la versión oficial del duelo ¿Qué pasó puertas adentro?

El ritmo del centro se mantuvo sin cambios durante sábado y domingo. El sol agitado, las tiendas restaurantes y bares permanecieron abiertos hasta tarde y “ruidosos cubanos” continuaron vendiendo churros y papas fritas así como periódicos ilegales caros, reseña el Huffington Post.

Incluso las zonas menos turísticas del este y el oeste de La Habana estuvieron tan vivas como siempre. Las únicas pistas de tristeza vinieron de un anciano que recogió la basura y una dama pro-revolución, Modesta, fuera de la tienda de internet ETECSA, lamentando “la pérdida de una de las mentes más brillantes del siglo XX”.

El paso de la Caravana con las cenizas de Fidel por el centro de la Isla. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate
El paso de la Caravana con las cenizas de Fidel por el centro de la Isla.
Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate

En líneas generales, el sentimiento de indiferencia se extendió. No hubo acceso a la televisión, internet o periódicos y no fue sino hasta diez horas después que se supo lo que había pasado con el “máximo líder”.

La ceremonia de lunes y martes no fue diferente. Entre la multitud de partidarios ancianos, antiguos compañeros, los turistas curiosos y los empleados del Estado, sólo las generaciones mayores se mostraban verdaderamente angustiadas. Los cubanos de mediana edad se quejaban de haber interrumpido sus rutinas diarias. El desprendimiento se  hizo más fuerte.

Todo era estéticamente impecable sin embargo, la mayoría de los cubanos no parecía estar emocionalmente involucrado. Tal vez esto no es sorprendente teniendo en cuenta que la participación no fue enteramente voluntaria. Se presentaron varios empleados y estudiantes que tuvieron el día libre para asistir, transportados al lugar por los autobuses gubernamentales.

“Muchas personas asistieron porque tenían miedo de las repercusiones prácticas que su ausencia podría haber tenido en sus carreras”, confesó Raúl, un joven empleado del gobierno que logró escaparse.

Golpe al turismo

“Durante la temporada alta, 9 días de duelo son demasiados”, dijo Rodrigo, un ingeniero convertido en empresario en el sector turístico. Tal sentimiento fue compartido por muchos, y si se mueve lentamente lejos de las rutas turísticas y destinos comunes, que no habría tenido problemas para encontrar a alguien que sirviera abiertamente un exquisito licor de cacao o una piña colada.

En Santa Clara, los edificios estaban cubiertos de pancartas, banderas y fotos de Fidel. Una señora que trabaja en una tienda del gobierno, María, reveló que “la ciudad era en cierto desesperación y colectivamente manifiesta su duelo en las calles durante el paso de las cenizas”.

Sin embargo, sólo había que cavar un poco más profundo para entender que los cubanos se sentían por dentro de manera diferente sobre el evento. Miguel, un graduado de la ciencia que trabajan en la economía turística, confesó su decepción por la falta de atracciones.

“Mi ciudad está muerta, pero mis amigos ni yo nos preocupamos por su muerte. Todo lo que ves a tu alrededor es producto de la propaganda gubernamental. Un amigo mío fue pagado para distribuir manifiestos y fotos de Fidel.

Estas experiencias sugieren que la Revolución en Cuba está sufriendo: la mayoría de los cubanos ya no se identifican con los valores y prácticas del régimen. Los jóvenes se lamentan de la falta de libertad económica, política e intelectual, que parece ser el producto del dogmatismo del gobierno en lugar de la de la formulación de políticas.

Los trabajadores de mediana edad están agradecidos por la seguridad, la asistencia sanitaria universal y la educación, pero re-evalúan este sentimiento en su lucha por acceder a los productos básicos – ropa como, jabón, carne y verduras – que debido a la gran afluencia de turistas han aumentado de precios por la escasez. Sólo las generaciones mayores, que todavía recuerdan al gobierno corrupto de Batista, se sientan realmente vinculados a la clase política.

¿Está cerca el cambio?

La respuesta podría ser que no. Aunque el sentimiento no sea auténtico, algo ha quedado demostrado y es que el gobierno de Castro sigue siendo eficaz en la aplicación forzada del respeto. El temor a las repercusiones personales y profesionales, multas y cualquier tipo de presión gubernamental dificultan la tarea. La censura y la precariedad del internet distancia aún más la “contrarrevolución”.

La mayoría de los cubanos no desea arriesgar sus vidas para buscar un cambio político. Según el sociólogo cubano Manuel Moreno Fraginals el problema en Cuba es sobrevivir, por lo que los cubanos eligen invertir su tiempo en continuar aprovechando la poca libertad económica adquirida. Los cubanos están tratando de sobrevivir así como lo hace el gobierno con el control ejercido sobre el pueblo, lo que dificulta el cambio político. Por ahora.

María Fernanda Muñóz

Periodista venezolana. ¿La mejor arma? Humanidad. Pasión se escribe con P de periodismo

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