¿El Cucalambé desaparecido?

Manuel Nápoles Fajardo, Sanlope, cuando era muy joven ejerció el magisterio en una escuela de Las Tunas. Dirigió aquí el primer periódico: El Hórmigo (1859) y editó Flores del alma (poesía,1860), que inicia la historia del libro en nuestra provincia. Se trasladó a La Habana; en Guanabacoa fundó y dirigió el periódico El Álbum, el cual publicó el poema «A Micaela», inspirado en el fallecimiento del primogénito de Micaela Nin y Rafael María de Mendive. Esa es la primera pieza literaria publicada de José Martí; por tanto, él es el primer editor de nuestro Héroe Nacional.
Antonio José también abandonó Las Tunas. En Holguín publicó un periódico y su libro inicial: Ayes nocturnos. ¹
El Cucalambé dio a la luz Rumores del Hórmigo², el cual contiene diversos temas, sus aportes al proceso de cubanización de la poesía en décimas y otras estrofas, devenido bestseller; lo consagró como mayor poeta popular de Cuba. Se radicó en Santiago (1858) hasta su «desaparición» (1861); allí ejerció el diarismo en El Redactor;también se desempeñó como pagador de Obras Públicas y encargado de almacén.
Juan Cristóbal solo vivió 32 años. No participó físicamente en la gesta protagonizada por el mambisado, mas algunos historiadores lo ubican como antecedente pues sus décimas estuvieron en las guerras independentistas; tal fue su importancia en la construcción del patriotismo y el sentimiento independentista. Además de ser literato, practicó el repentismo, tradición declarada patrimonio cultural intangible de la nación cubana.
El suyo es el único caso en la historia literaria cubana de un poeta desaparecido. Él, tan popular, conocido y reconocido, «desapareció» de la urbe oriental sin que hasta hoy se sepa dónde se hallan sus restos mortales.
Al no poder extenderme en aquel «misterio», remito a libros³ en los cuales desarrollé con amplitud lo más controvertido de su vida; en estos concluyo que Juan Cristóbal Nápoles Fajardo no desapareció: lo hicieron desaparecer para encubrir el robo del dinero en Cabo Cruz, donde se ejecutaba un faro,aún existente en la actual provincia de Granma; el Pagador de Obras Públicas les enviaba mensualmente los salarios a los constructores por medio de una compañía naviera aseguradora.
No se sabe si Juan Cristóbal ─único inculpado ante la posteridad─preparó su autodefensa mientras reclamaban su presencia en la Real Cárcel de Santiago; si tendría garantías procesales y abogado defensor. No se ha encontrado legajo alguno, ni en Cuba ni en la exmetrópoli, con el expediente que tuviera el pronunciamiento de untribunal,si lo hallare culpable. Ni actuación pública de la «justicia» colonialista. No hubo caso.
Sí tuvo lugar la ausencia física de Juan Cristóbal, la atribución del robo por alguien que no fue testigo presencial, difamaciones escritas y orales trasmitidas desde el sigo XIX de generación en generación, recogidas por autores que las «legitimaron» en sus historias, sin siquiera otorgar el derecho a la duda sobre lo que «se dice», o está en documentos de la época: al no poder confrontarlos con los de un proceso legal, por inexistente, facilitan la condena histórica.Su «desaparición» motivó especulaciones, leyendas, tramas y subtramas, hasta colmar el imaginario popular.
Descendientes de Miguel Orfilio─primogénito de Juan Cristóbal con Isabel Rufina Rodríguez Acosta─ han conservado, como recuerdo de la familia creada en el siglo XIX, una pena que llega hasta nuestros días: la negativa de las autoridades españolas a realizar investigaciones para esclarecerla«desaparición».
Son innegables los aportes de Juan Cristóbal al folclor, a la poesía y la cultura cubanas,a la necesidad de tener patria común para las etnias originarias ─descendientes de aborígenes, europeos, africanos, con quienes convivió durante el esclavismo─ entre otras que también se integraron, para reconocerse en una nueva síntesis humana ─el criollo, guajiro o citadino, aquí nacido,cubano,mestizo o no─ sujeto cultural y actor en los avatares del destino insular,algo por lo que tanto se conspiró y combatió en campañas bélicas durante décadas.
No obstante lo que le sucediera a él como individuo en pueblo esclavo, mientras exista quien se emocione al escuchar sus versos en melodiosas tonadas,o en controversias original es por punto cubano; siempre que sus versos sean leídos y estudiados, y el campesinado lo sienta suyo, su obra formará parte del tesoro poético de la nación, como legado de los mambises, desde los campamentos libertarios.
Nuestra patria existirá a perpetuidad: Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, estará en ella porque contribuyó a forjarla.