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La nueva orientación del Ministerio de Educación

La pintura y decoración de esta aula de primer grado fue costeada y realizada por padres de los estudiantes (foto del autor)

LA HABANA, Cuba – Próximamente todas las escuelas cubanas mostrarán un cartel bien visible, en la entrada, que dirá: “En esta escuela no necesitamos nada. En el centro tenemos libros, libretas, etc…”, y así sucesivamente un listado donde se incluye íntegramente la base material de estudio, inmobiliario escolar, aseo personal y productos y utensilios para mantener la higiene en los institutos.

La indicación fue dada por Ana Elsa Velásquez Cobiella, Ministra de la cartera en la isla, con el propósito de contrarrestar los rumores surgidos a raíz de quejas presentadas por padres de estudiantes molestos ante las contribuciones que pidieron las escuelas para el inicio del año escolar, según explicó la Directora Municipal de Educación en Arroyo Naranjo, Olga Beatríz González, a los directores de escuelas de ese territorio durante una reunión celebrada el viernes pasado.

La información fue suministrada por la rectora de un centro docente de nivel secundario que estuvo presente en la reunión y que, por seguridad, pidió anonimato.

Según la fuente, la máxima autoridad de Educación en Arroyo Naranjo aseguró que el tema ha generado un estado de opinión negativo en la población, de modo que la Ministra “no quiere escuchar que alguien exigió ni siquiera una latica de pintura”. Entre tantas advertencias dejó claro que “la mano no va a temblar para sancionar con severidad si llega a ser necesario”, porque “aquí no hace falta nada”.

Del dicho al hecho

¿Pero la Ministra no había dicho que todo estaba listo para el inicio del curso, que todo estaba garantizado? En alusión a las reiteradas declaraciones de Velázquez Cobiella asegurando un arranque de curso logísticamente cubierto, la pregunta brota una y otra vez de los labios de padres agobiados por las “donaciones” que tuvieron que hacer para que sus hijos acudieran al colegio en condiciones ideales.

A la escasez de maestros en las aulas se suman otros contratiempos. Yankiel Golles Rodríguez, cuyo hijo se inicia en el grado Preescolar –prefirió omitir el nombre de la escuela para evitar posibles señalamientos al niño–, comunica que la maestra solicitó “persuasivamente” que cada niño llevara una mesa y una silla para usar en actividades didácticas, un catre para dormir, sábanas, una pelota inflable y otra de goma maciza, un juguete, tijeras, toalla, cubiertos para el comedor, delantal, cepillo dental, pasta de dental y jabón. También pidieron 20 pesos (0,80 USD) por estudiante para comprar la pintura del aula.

Instituto Preuniversitario Carlos Pérez Domínguez, situado en el municipio Arroyo Narajo de la capital (foto del autor)

Golles cuenta que “simplemente dijo que la escuela no entregaba esas cosas, y que si no las llevábamos en tiempo los perjudicados serían los muchachos que no iban a contar con las herramientas para progresar en el aprendizaje, o con el aseo para la higiene. Se limpió las manos muy diplomáticamente diciendo que ella hubiera querido resolver las cosas de todos los niños, pero no podía”.

El gasto de los artículos requeridos por la maestra a Golles ascendió a 635 pesos (25,40 USD). Los ingresos del hogar, donde también colabora su cónyuge, son de 940 pesos mensuales.

Aunque en una posición diferente, los educadores igual han tenido que contribuir con la adquisición de elementos que Educación hace varios años no provee y que forman parte de los programas docentes.

Una auxiliar pedagógica que se presentó como Jennifer, criticó la justeza del sistema evaluativo que mide la calidad del trabajo que desempeña. Labora con niños de primer grado, donde resulta imprescindible para el aprendizaje y obligatorio según el programa, utilizar juguetes y otros materiales didácticos que no se encuentran en los almacenes de Educación.

“Al final termino gastando parte del salario comprando juguetes y materia prima para confeccionar yo misma las cosas que necesito”, expone la auxiliar a quien le parece increíble que “si no lo hago, cuando evalúen mis clases y vean que no trabajo como está establecido, me pueden calificar de ‘Mal’. Si al final del curso tengo tres evaluaciones malas me bajan el salario”.

Amén de la colaboración material de las familias y trabajadores del sector a las instituciones educativas, el estado de conservación de la base material de estudio no es bueno y faltan libros y cuadernos para completar los módulos por estudiante.

Sandy Blanco, profesor de Secundaria Básica en la especialidad de Física, significó que en muchas materias más de cinco estudiantes comparten un libro restaurado que no pueden llevarse a la casa. En algunos casos son tan pocos los ejemplares a disposición que, los educadores no tienen acceso a los textos de manera permanente, lo que dificulta la preparación de las clases.

En el Preuniversitario “Carlos Pérez”, de la capital, un estudiante de Onceno Grado relató cómo la semana pasada, una hora antes que llegara una inspección de la dirección provincial de Educación, los profesores pasaron por las aulas orientando a los alumnos que afirmaran haber recibido el módulo completo de la base material de estudio.

“Muchos dijimos lo que nos dio la gana”, señaló.

La versión fue confirmada por varios estudiantes abordados a la salida del Preuniversitario, sin embargo prefirieron no divulgar su identidad.

Written by CubaNet

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