El juego entre Camagüey y Sancti Spíritus, de la Serie Nacional Sub 23 de béisbol, un juego que empezó con muchas carreras en el estadio José Antonio Huelga no terminó en nueve entradas, sino en un doble forfeit por una trifulca que protagonizaron jugadores de ambos equipos.
Los de casa ganaban el juego con un margen superior, de 15 carreras por 6, pero en la parte alta del séptimo inning se armó una bronca entre los jugadores, en el que hubo bates e implementos de la disciplina por los aires y hasta sangre por una herida de tres puntos, producto de un golpe con un casco.
Lo que pudo provocar el incidente, se podría resumir entre el cuadrangular de Danny Luaces en el segundo inning para empatar el partido a una rayita, llevó a un juego en el que los árbitros y las partes involucradas no brindaron el mejor resplandor del juego de pelota, dejando que el partido se perdiera en un choque de venganzas y malas prácticas.
En un juego en el que se produjeron ocho pelotazos a bateadores, cinco por Sancti Spiritus y tres por Camagüey, errores, toques, robos de bases y un sinfín de ingredientes que caldearon el cotejo y los referís que no dirigieron el momento, convirtió el juego en un cuadrilátero de todos contra todos.
En la séptima entrada los bates conectaron más que pelotas y los casos en vez de proteger de golpes, propiciaron heridas. Tras una pelea multitudinaria, en la que los árbitros expulsaron a 16 jugadores del Sancti Spíritus y 18 de Camagüey, por lo que la falta de jugadores para continuar el partido, obligó el forfeit.
El comisario de la Comisión Nacional de Béisbol estuvo presente, y adelantó que además de la expulsiones, la máxima dirección del deporte evaluará la aplicación de medidas más drásticas, según sea el grado de responsabilidad de cada actuante.
Redacción CPEM / Con información de Escambray
