Este dúo de ebanistas expresan su desconcierto con el Estado cubano, ya que ellos tienen licencia como cuentapropista, pero dentro de las categorías no se les permite fabricar muebles nuevos. sólo repararlos, algo que a su juicio no da las ganancias suficientes para vivir.
“En sí, no existe una patente para ser carpintero ebanista, solo para reparar muebles viejos. Es algo absurdo. La gente siempre necesita cosas nuevas y más aún los que comienzan. Ahorran y encargan sus muebles. Pero los que terminan las misiones en otros países son nuestros principales clientes. Traen un buen dinero y lo emplean muchas veces en mejorar sus condiciones de vida”.
A juicio de los trabajadores, el régimen se empeña en que todo lo desarrollado por el sector privado parezca “ilegal” para luego ahorcar a los crecientes empresarios.
“Sí. Tal parece que ese es el propósito, que uno haga las cosas ilegalmente. La mayor parte del tiempo los inspectores parece que toleran. Pero a cada rato vienen y te ponen una multa por cualquier cosa. ¡Es que todo es ilegal!”
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rechazan que el sea el régimen quien tenga control total sobre la venta de madera en Cuba ya que no se les vende a los particulares, por lo que ellos deben recurrir a los traficantes, que la vende a un precio más elevado.
“La madera misma que aparece es ilegal. El Estado es el dueño de casi toda la madera y no nos vende a los particulares, aunque tengamos patente. A los que tienen árboles, que son muy pocos, no les permiten talar, solo 200 pies cúbicos al año. Entonces, hay gente que se los roba en los montes y lo trafican. Cuando te ofrecen madera, si preguntas su origen, no trabajas. Ya comprarla es de hecho un acto ilegal”
“¿Mejorar? difícil”
Cuba vive en estos momentos un periodo electoral. Falta poco para que se eligal los delegados de las circunscripciones y en febrero a quien dirigirá el país. Dicha noticia parece no causar ningún tipo de cambio en los hermanos carpinteros quien asegura que en la Isla no habrá ningún cambio.
“¿Mejorar? ¡Difícil! Yo ni siquiera sabía que tocaban las elecciones. Aquí, que yo sepa, solo se elige al delegado. Son gente buena, pero no pueden hacer nada por nadie. Las cosas vienen de arriba y debe ser arriba donde se puedan arreglar. Yo los veo como monigotes, y que me perdonen la franqueza”
Mientras estos jóvenes cubanos aspiran algún día poder desarrollar su trabajo de forma libre y “legal” dentro del marco jurídico cubano. Ellos sueñan con una Cuba de progreso.
Redacción Cubanos por el Mundo / Con información de Diario de Cuba