El terror de vivir sin libertad puede ser peor que la misma muerte. Esa fue la angustia que llevó al cubano Reinaldo Pérez López, a clavarse un cuchillo en el abdomen delante de la imagen de Cristo, en una iglesia de Valparaíso, en Chile. Desesperado por no poder legalizarse en ese país y con una inminente orden de deportación sobre sus hombros, decidió acabar con su vida el pasado 28 de febrero.
Según la versión de José Garrido, sacristán de la iglesia de los Sagrados Corazones Padres Franceses, de la calle Independencia, el hombre de 47 años se detuvo frente a la escultura de Cristo crucificado para rezar y poco después se enterró un cuchillo. Lo hizo en dos oportunidades.
“Se sacó el cuchillo y dijo ‘hermano voy a matarme porque tengo problemas’, se levantó la camiseta y se enterró el cuchillo nuevamente en el estómago y con él hizo un corte hacia abajo y empezó a refregarse. Lo movió en círculos hasta que se desvaneció”, relató el religioso en reseña de Pura Noticia.
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El cubano estaba como inmigrante ilegal en Chile desde hace un tiempo, junto a un sobrino, y ambos trabajaban de manera informal en varios lugares.
Antes de la misa
El sacristán asegura que la iglesia se preparaba para realizar una misa a un difunto que era velado. Eran las 9.00 de la mañana, los familiares estaban por llegar a la ceremonia que comenzaría a las 10.30 horas. En ese momento el hombre, que lucía angustiado, le pidió entrar para rezar y el religioso lo dejó.
“Fue impactante. Lo más fuerte que he visto acá. Se veía angustiado el pobre, quise ayudarlo lo más que pude, pero venía cegado”, confesó el sacristán sorprendido por la experiencia.
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El religioso siguió en sus preparativos cuando de repente ve al sujeto sangrando mientras estaba de rodillas, lo asistió y mientras lo llevaba del brazo, justo en el hall de entrada se detuvo de nuevo para volver a enterrarse el arma blanca. Poco después fue trasladado en ambulancia al centro Van Buren, donde murió a los pocos minutos de su llegada.
La desgracia de miles
La desgracia de Reinaldo, que hoy es noticia, es la de miles de cubanos en el mundo. Y aunque no todos terminan enterrándose un cuchillo, la mayoría de inmigrantes sortean toda clase de humillaciones y sufrimiento tras salir de la Isla, sobreviviendo a la angustia de ser ilegales, y por lo tanto, a ser “un problema” para el mundo.
Una condición que no eligieron, sino que heredaron, pues nacieron en comunismo. Todo gracias a un régimen dictatorial que le plació arrebatarles su país, su identidad, sus derechos.
Una realidad que, para colmo, es tratada por otros países con discriminación y desprecio, en lugar de comprender la complejidad que viven tantos inmigrantes cubanos, que pasan décadas enteras como peregrinos, en un mundo que les niega un refugio digno.
Peor que morir, es vivir sin libertad en Cuba. Eso mismo significa la deportación para miles de inmigrantes cubanos que sólo buscan un lugar donde vivir y trabajar en libertad, con los derechos y las oportunidades que gozan el resto de ciudadanos en el mundo.
Eso, sólo eso, era lo único que seguro soñó Reinaldo, que aunque no se lanzó a los tiburones en alta mar, igual murió en el intento.
Redacción Cubanos Por El Mundo