El enfermero que con 32 años de experiencia en su ramo se atreva a dar maltrato hasta el punto de romperle en la cara un informe médico a un paciente con dolor, debe haber pasado años tolerando una realidad insostenible: la crisis de salud cubana.
Ana León, articulista de Cuba Net, aseguró que la forma agresiva de tratar a los cubanos enfermos es la rutina, por lo menos en el hospital Emergencias, en el municipio de Centro Habana.
Detalló que la crisis cubana en toda su expresión que se empeña en subsidiar la salud pública y obliga los profesionales a trabajar sin tener recursos, sin contar con equipos, herramientas e insumos; convierte en una bomba de tiempo a todo aquel que atiende al público.
Extremo
León cita el caso de una mujer que había soportado un agudo dolor de oídos durante cuatro días y que fue a la consulta del Otorrino para que le hicieran un enjuague.
Ella acudió al hospital Emergencia porque siendo residente del municipio de Centro Habana, el médico que la atendió en el hospital Calixto García la remitió, hacia allá.
Como si no se tratara de la salud de seres humanos, el régimen implementó una extraña segmentación regional a raíz de la cual en el hospital Calixto García, sólo se ofrecen tratamientos específicos a los pacientes de Habana Vieja y Habana del Este.
Y así, con un dolor de cuatro días y un diagnóstico ilegible, la mujer se encontró con un enfermero de marras, “con un nivel de hartazgo que, en un país normal, le habrían prohibido interactuar con público”.
“Si no es así, te pasan por arriba (…) aunque se pongan bravos, yo tengo que ser el pesado de la puerta”, justificó el enfermero su actitud.
Pero no tiene excusa. Se negó a practicarle el lavado de oídos a la paciente con el argumento de que primero hay que sacar un turno y además rompió la remisión escrita por el facultativo del hospital Calixto García, dejando a la mujer sin ninguna prueba de todo el “peloteo” que había sufrido entre ambos hospitales.
Colmo
Ella ya bastante había aguantado echándose gotas tibias de aceite de cocina en el oído para palear el dolor, porque en las farmacias cubanas no hay medicamentos ni remedios naturales que traten esa emergencia.
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El enfermero se extralimitó. Faltó a su código profesional y abusó de su autoridad como trabajador de una institución del sistema de salud.
Por otro lado fue el agresor en un caso de violencia de género al confrontar, agresivamente, a una mujer aquejada por un dolor constante.
Demostró impunidad. Esa con la que está acostumbrado a tratar a cualquier cantidad de cubanos enfermos y necesitados de atención.
“El desacuerdo se convirtió en una discusión callejera en la que ninguno de los implicados tenía la culpa, pero tampoco tenían el coraje de reconocer de quién es la responsabilidad por el mal funcionamiento, el descontrol y la precariedad del sistema cubano de salud”, opinó León.
Solución
La mujer fue al Emergencias acompañada de su hija quien no dudó en quejarse con la dirección del hospital.
La respuesta del director fue “otro” regaño para el enfermero, por un nuevo evento en el que, en cualquier otro país del mundo le hubiese costado el cargo.
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Además ordenó que le hicieran de inmediato el lavado en el oído a la mujer, que es una de las cientas que son humilladas y muchas veces regresan a su realidad sin ninguna mejoría en su salud.
“En los policlínicos y hospitales cubanos el maltrato a los pacientes se ha vuelto una norma. No todos los médicos pueden ser acusados de proceder irrespetuosamente; pero algunos, y sobre todo el cuerpo de enfermería, muestran un nivel de brusquedad que raya en la mala educación”, calificó León.
La escritora relató sobre el enfermero: “Está claro que toda una carrera profesional no es suficiente para aplacar el ánimo quebrantado por un salario de porquería, la obligación de viajar desde Guanabacoa hasta Centro Habana, dentro de un ómnibus dantesco”.
Y a pesar de los desatinos del profesional en este caso, los cubanos aclaran que: “siempre será preferible un enfermero de experiencia, aunque reciba a los pacientes con el bate en la mano, que un egresado de la escuela de enfermería sin saber siquiera multiplicar.
Redacción Cubanos por el Mundo
