Entre injusticias y atropellos transcurre la pandemia en La Habana. Un estudiante cubano denunció la agresión de la que fue víctima, luego de que tras ocho horas en cola, se quitara el nasobuco para tomar algo de agua.
De forma muy elocuente, Andy Jesús Estévez, estudiante cubano de Ingeniería Industrial, denunció el atropello de funcionarios de la Policía Nacional Revolucionaria en La Habana.
Luego de perder su tiempo en su cola, volvió a casa maltratado física y verbalmente, con la imposición de una multa de 300 CUP y una detención injustificada, además de verse forzado a salir nuevamente a buscar alimentos para su familia.
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Tras 20 días en cuarentena, el joven estudiante cubano se dispuso a buscar provisiones, desplegados con otros tres miembros de su familia, quienes se repartieron “estratégicamente” en las colas cerca de las 08 de la mañana de este jueves.
Iban en busca de suministros para permanecer aislados, un mínimo de veinte días más, consciente ya del nivel 5 de la cuarentena (salidas sólo con el objetivo de comprar los suministros necesarios), explica.
Visualizaron las colas del barrio Colón, en Centro Habana. Los cuatro miembros decidieron repartirse las tareas:
“Uno para el detergente en el Mercado Tao, otro para el aceite en el Chantilly, uno para la carne en Galeano y Neptuno y otro para el picadillo en la Casa del líquido, y regresar a casa lo más rápido posible”.
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Luego de ocho horas esperando en la esquina de la calle Concordia y Neptuno, sin haber ingerido alimentos, el estudiante cubano tomó algo de agua que su abuela le había aproximado para que continuara en la cola.
“En el momento exacto q retiro el pomo de mi boca, frena en seco abruptamente un carro, como si en una película de rápidos y furiosos estuviésemos, era una patrulla policial, la patrulla # 860”.
En ese momento, el chofer de la unidad bajó y sin mediar palabra “de forma prepotente” le ordenó a Estévez subir al vehículo, junto a otras dos personas a bordo.
Sin honor ni pudor
Su abuela fue golpeada y apartada en medio de improperios, una mujer de 67 años sobreviviente de cáncer, explica en la publicación.
“Aunque me hervía la sangre por dentro ante tanta ineptitud, tanta prepotencia, tanto maltrato, tanto abuso, jamás alcé la voz, solo acaté órdenes y monté en el carro”.
Aunque en el trayecto intentó dialogar con el oficial que portaba el número 06216 en su placa, no surgió efecto alguno.
Estudiante cubano: ¿sinónimo de delincuente?
No solo perdió las ocho horas en cola para comprar la pata de cerdo, también forzó el viaje de su abuela hasta la estación policial de Zanja para mediar por su salida
“Si tiene sed que hubiese regresado para su casa”, le indicaron los oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria.
Además le indicaron: “Los universitarios son los primeros delincuentes de este país”.
“Tal vez si cometí un delito; mi delito fue a simple vista ser un joven blanco, delgado, que disponía de la compañía de su abuela y resultaba una presa fácil de obtener. Tal vez si hubiese sido un hombre corpulento y alto, que andaba con sus “socios”, y en vez de tomar agua como hacía yo, se estaría fumando un cigarro como habían hoy cientos en las calles, esa patrulla jamás se hubiese detenido”.
Redacción Cubanos por el Mundo