Un trovador frustrado, que nunca llegó ni a la esquina, a no ser a cantar canciones revolucionarias y castristas en las Tribunas Abiertas, anda pidiéndole a Otaola que lo meta en la Lista Roja.
Ariel Díaz es su nombre y parece que ha descubierto un filón dorado en esto de arremeter contra Otaola y dárselas de voluntario en la Lista Roja para hacer resurgir su carrera como trovador dentro de la isla.
Para ello se ha revelado como un grandísimo revolucionario. Ha publicado unas fotos de la época de ñanaseré al lado de su Comandante Fifo Barbatruco y otra al lado del otro difunto, Hugo Chávez “Frigorífico” para que la gente sepa que él sí es un tipo templado; duro como una raspadura y revolucionario hasta la médula.
Ah, pero…
Resulta ser que este hombre, lo que tiene en su vida es tremenda frustación y tremendo dolor porque musicalmente apenas pudo viajar a Venezuela a cantarle a Chávez cuatro babosadas. De ahí, sinceramente, no pasó. Y por eso quiere que Otaola hable de él, lo meta en la Lista Roja; pa “pegarse” porque musicalmente es un muerto.
¿Quién lo recuerda? Yo, que vivo en Cuba jamás lo he visto en un hit parade ni que lo mencionen en Radio Taíno, y dudo que haya salido en Piso 6. Es más, ese hombre nunca ha estado en 23 y M con Edith Massola y posiblemente donde único haya estado es en Cuerda Viva.
Donde sí ha estado últimamente y mucho, desde hace un buen tiempo, es en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de La Habana. Allí, este gavilán viejo y sediento y al parecer con un queso que le brota por la piel, se dedica a acosar jovencitas. Claro, que es un tipo refinado este trovadorzuelo. Él les toca cuatro canciones, les pide que le pidan lo que quieran, rasga cuatro cuerdas y le echa el ojo a una.
“Es un embaucador; a más de una le ha metido su mentira para… “, reconoce Solángel, amiga de una que cayó en las garras – o las cuerdas de este mediocre trovador que ahora intenta ganarse méritos a costilla de Otaola”.
“La verdad es muy baboso. Se le pega a uno, le tira el brazo por arriba, le habla pegadito en el oído y hace propuestas muy cochinas. Tan cochino como huele, porque huele sudado siempre, pues se baña un día sí y otro no.
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“Es una mala persona. A mí no me cae bien Otaola, pero este tipo es otro desagradable,” dice Solángel, graduada recientemente, quien reconoce que por cosas del destino le creyó el cuento del do-re-mi-fa-sol-la-sí a Arielito, hasta que descubrió que es un muerto de hambre y un oportunista de primera.
Redacción Cubanos por el Mundo