La historia es cíclica. Hace más de medio siglo la promesa de la revolución, quizás la más mediática, inolvidable y dolorosa para la economía nacional fue creída por unos cuántos y trabajada por muchos. La zafra del 70, los 10 millones que “van”, marcaron un antes y un después en la historia de Cuba, en la antesala de uno de los mayores fracasos revolucionarios y la destrucción definitiva de lo que hasta la fecha, había sido la principal fuente de ingresos de un país sostenido gracias a la caña.
A 51 años de esa promesa, en medio de una situación atípica para el mundo, como es la pandemia del coronavirus, el aparato comunicacional del régimen cubano, cuyos cuadros no se renuevan como prometió Fidel “cuando el pueblo quiera”, y que lejos de ello siguen siendo los rostros del desdén, de la quiebra, de la ruina, ofrece al mundo la producción de cien millones de vacunas contra el coronavirus.
“Sería una vergüenza increíble que nosotros nos quedáramos por debajo de los 10 millones” dijo en televisión nacional Fidel Castro. Y la vergüenza llegó para quien no admitiendo una libra menos, solo consiguió 8 millones.
Hoy, bajo la premisa de que una mentira cien veces dicha se asume como una verdad, el órgano de propaganda del Partido Comunista de Cuba (PCC) echa mano del manual pasado, carente de nuevas promesas para los cubanos y para el mundo, porque luego de décadas de reiterados fracasos, las ideas se secan, así como se secó la producción de azúcar que mutó para mal a un país de productor a importador.
Y sí, aunque entonces el régimen cubano ante su inminente derrota salió a admitir lo que se sabía ocurriría: no lograr los objetivos en el tiempo previsto y no por falta de voluntad de los muchos que dejaron sangre, sudor y lágrimas en el campo sino por quienes estaban a cargo de la administración y trazaron un plan que desde su génesis estaba destinado al fracaso, por ser irrealizable.
Ahora habría que preguntarse si el “relevo” puesto a dedo tendrá cara para comparecer ante el mundo, que desde cualquier rincón puede seguirle la pista gracias a las nuevas tecnologías, y admitir el inminente fracaso que inevitablemente puede anticiparse a juzgar por el reciclaje de un eslogan empañado por el fracaso de la revolución.
Inevitablemente, solo puede verse como un nuevo y desesperado intento por conseguir una bombona de oxígeno de capital externo, del que se acostumbró a vivir el régimen cubano, sin alcanzar objetivos algunos, mientras enfocan la artillería en despliegues mediáticos. La historia no absolvió, ni absolverá a Fidel Castro de la zafra del 70 y mucho menos lo hará con Miguel Díaz-Canel cuando no se logren las cien millones de vacunas que hoy cacarean los medios oficialistas.
Redacción Cubanos por el Mundo