Vivir en Cuba es una subida empinada con precipicios de lado a lado desde hace varias décadas pero por estos días, la situación se agudiza cuando los problemas cotidianos dejaron de rotarse, para concentrarse todos en plena pandemia. Mientras se anuncian cortes que empezaron siendo ignorados, luego anunciados por cuatro horas y ahora extendidos con un mínimo de seis, en todas las provincias del país, las afectaciones climáticas no cesan. Ejemplo de ello, las fuertes precipitaciones registradas este lunes y el sismo que este martes golpeó a Artemisa.
Y aunque de los eventos naturales no puede decirse que la mano del hombre (o esos hombres que ocupan el poder en el PCC) esté metida, si en sus consecuencias, como las pésimas condiciones del sistema de drenaje en La Habana, que al cabo de un par de horas de lluvia, convierte las calles en ríos desbordados.
Los contagios de coronavirus solo aumentan. Este martes desde el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) informaron el aumento de los casos positivos a su cifra más alta desde el inicio de la pandemia. 3080 contagios y más de 700 concentrados en una provincia, Matanzas, de la que necesita el régimen desesperadamente para levantar el turismo.
La pandemia se desenvuelve en un contexto social de escasez de medicamentos, alimentos e insumos básicos. Son las redes sociales, los canales usados por los cubanos para hacer trueques de medicinas, pedir ayuda para encontrarlas, pagarlas mediante recargas o apelar a la buena fe de algún conocido que pueda regalarla. En los hospitales, antibióticos comunes como la Azitromicina están desaparecidos e incluso los antipiréticos.
La agencia EFE publicó este martes un reportaje sobre la escasez de medicamentos en Cuba, como uno de los problemas que afecta a un país que dice haber desarrollado un candidato vacunal con el 92 por ciento de eficacia.
“Quienes caen enfermos, carecen de medicamentos para curarse”, recoge el reportaje que cita una serie de testimonios de cubanos afectados por la falta de fármacos, desde analgésicos hasta antihipertensivos.
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Y mientras se les pide a los ciudadanos que cumplan con las medidas de aislamiento y distanciamiento social, la realidad es que las familias cubanas se distribuyen las tiendas de los municipios para ver con qué suerte corre cada miembro. El dilema de contagiarse del virus o morir de mengua esperando en casa por los alimentos, como se planteó a inicios de 2020 cuando se informó sobre la pandemia, sigue vigente. Las colas no son contenidas. Los cubanos se agrupan a las afueras de comercios, desesperados por hacerse con lo que haya, ya sea aceite, pollo o jabón.
Esos grupos numerosos de cubanos a las afueras de tiendas y bodegas, también se ven ahora en los hospitales, otro de los problemas en Cuba. La débil infraestructura hospitalaria del país ya está saturada. Los contagios en ascenso y sin camas disponibles, hacen que los centros de aislamiento que antes servirían solo para contactos de confirmados, sean también para recibir a casos positivos, ampliando el riesgo de contagios.
¡Aquí ya no hay quien viva!
Redacción Cubanos por el Mundo