¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? Pues sí, yo que me jacto de haberlo visto todo y conocido todo en esta vida (no por gusto tengo ya 60 años y nací en un pueblecito de Villa Clara), me acabo de partir la jeta cuando, al pasar por casa del Viceministro de Cultura Fernando Rojas, sita en 41 entre 28 y 30, en Nuevo Vedado, La Habana, descubro que en el balcón, sentaditos, echándose unos refresquitos había ¡una parejita de yumas!
Incluso pensé que me había equivocado, pero un carro de turismo parqueado frente a la casa me sacó de dudas.
“Nah, es una parejita yuma. Seguro son amigos de Fernando,” me dije. Y seguí mi camino.
Pero, bien dice el refrán que un chisme es muy poco para uno y demasiado para dos. Así que le comenté a una vecina del lugar, amiga mía desde la época en que estudiamos juntos en el Pedagógico “Enrique José Varona”, de La Habana, sobre la “rareza vista”, y resulta ser que “los yumas” no estaban ahí de visita. Ni de casualidad. ¡Llevan tiempo ahí!
- ¿Tiempo?
- Sí, Sergio. Llevan días. Fernando les alquiló. Imagínate.
Y ahí mismo comenzó su historia.
“Resulta ser, comenzó diciendo la vecina, que ni la hija de Fernando, Amy, ni la esposa de Fernando, Omara, le mandan piticlines desde México. Y Fernando será muy ministro y todo, pero el dinero no alcanza mijito. Además, ni aunque coma en el Ministerio, o donde quiera que va, invitado, alcanza. Un cartón de huevo está en mil 500 pesos y no aparece. ¿Dime algo?,” me comentó esta ex colega de estudios.
“Estos yumas le cayeron del cielo. No sé cuánto les está cobrando, pero más de 100 diarios debe ser, porque es la casa entera. Él ni viene por ahí. Hace días que no lo veo y tú sabes que yo siempre estoy parada en el portal,” añadió.
Una llamada a una fuente, trabajadora en el Ministerio de Cultura, confirma parte de la historia contada por la vecina de Fernando Rojas. Según esta fuente, “Fernando se mudó para el Ministerio,” aunque la historia no es tal cual lo cuenta la vecina.
“Sí, vino con una mochilita, una camisas y sí, estuvo durmiendo aquí, en el Ministerio; pero ahora está en una casa de visita. Dijo que estaban haciendo un trabajo de plomería en su casa, y se metió más de tres semanas. Pero… ¿la casa se puede alquilar?,” preguntó.
En teoría no. Fernando Rojas, el Viceministro de Cultura de Cuba no está autorizado ni a rentarle a extranjeros ni a cubanos. Es ilegal lo que está haciendo. Está embolsillándose un dinero, que luego no declarará como ingreso, ni dará parte a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT). Básicamente está robandole al pueblo cubano. Al menos la vivienda no cuenta con el cartelito de arrendatario.
Pero…
“Él no paga corriente ni agua creo,” me dice además su vecina. “Es un negocio redondo ese el que tiene. ¿Casa de 2 pisos con parqueo y circuito de cámara de seguridad en Nuevo Vedado? ¿te dije cien diarios? Mira, por menos de 150 yo no lo alquilaría. Y es dinero limpio. Ay, chico, Fernando es un descarado. Tan buena gente que se hace,” añade la vecina y agrega:
“Es que la cosa se ha puesto mala. Y eso seguro que es idea de la hija. ¡Es una lámpara la chiquita esa! ¡Qué manera de gustarle el dinero! ¡Cómo roba esa condená! Bueno, a mi no me creas, yo digo lo que dicen los demás por aquí por el barrio.”
Sin embargo su vecina – y amiga mía – no tenía las ideas “tan claras”. La fuente que trabaja en el Ministerio de Cultura dice que Fernando ni siquiera está durmiendo en el Ministerio.
“Está ahora de visita en México, por el Ministerio,” dijo, y ofreció una versión distinta sobre la propiedad de la vivienda en cuestión.
“Fernando y Omara se divorciaron hace un año. ¡Claro que ella no tiene que mandarle nada desde México! La casa no es de él, ni se la dio la Revolución. Esa casa es de la familia de ella, según yo tengo entendido. Cuando él y ella se divorciaron, él se tuvo que ir de ahí. ¡Hace rato que él no duerme en esa casa! Supongo que la que la alquila es ella, no él,” afirmó.
El viceministro de cultura de Cuba, Fernando Rojas, es también conocido como “Cheo Malanga” por su hábito de hacerse el guapo e invitar a fajarse a golpes a críticos del régimen.
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