En el municipio de Moa, Holguín, un individuo llamado Miguel Zegarra Mendoza terminó tras las rejas después de que las autoridades lo capturaran por arrancarle el celular de las manos a una niña en plena calle.
El arresto expone una vez más la cruda realidad que enfrentan los cubanos: la delincuencia se dispara sin control mientras la isla se hunde en el caos.
Según el aparato de propaganda del régimen castrista en redes sociales, el ladrón no dudó en atacar a una menor indefensa, un acto que destila cobardía y que pone en evidencia cómo la inseguridad se apodera de las calles.

Trascendió que la policía, supuestamente, logró recuperar el teléfono y detener al culpable, quien ahora espera que la Fiscalía y los Tribunales decidan su destino. Sin embargo, este caso no es un incidente aislado; los asaltos en la vía pública se multiplican tanto en Holguín como en las otras provincias.
El régimen, a través de plataformas como el perfil Cazador-Cazado, ligado al Ministerio del Interior, presume estar enfrentando el crimen con mano dura. En su publicación en Facebook, afirmaron: “Ya bastante repugnante es el hecho en sí mismo, pero aprovecharse de las vulnerabilidades y desventajas de una pequeña para defenderse ante el robo es la cúspide de la desfachatez”. Pura propaganda.
Mientras intentan vender una imagen de orden, la verdad salta a la vista: Cuba está cada vez más azotada por la violencia y el desamparo.
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Lejos de ser una advertencia efectiva, el mensaje oficial cerró con un refrán gastado: “Si usted ve las barbas de su vecino arder, ponga las suyas en remojo, que en Holguín el horno no está para pastelitos”. Palabras vacías que no cambian el panorama.
La ciudadanía seguirá enfrentando el temor cotidiano, atrapada entre la miseria y un sistema que, en lugar de soluciones, ofrece discursos y promesas que no se cumplirán.
Redacción de Cubanos por el Mundo