Muchos expertos y conocedores del área aseguran que la empresa privada es la tabla de salvación para la economía cubana. A pesar de eso el régimen sigue ahogando al cuentapropista y por el contrario profundiza las absurdas medidas que impiden que el capital extranjero apueste por el talento local.
Un reportaje del periodista Iván García para Diario Las Américas, revela que esta es una de las limitantes que muchos pequeños empresarios en Cuba exigen sea levantada para que sus negocios puedan progresar, tal como lo han hecho surfeando las limitaciones impuestas por el castrismo.
Tal es el caso de Carlos, dueño de Diseños Pescao, quien se ha encargado de producir la imagen de varios paladares en Cuba e incluso programas de la televisión cubana.
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Para él, más que la riqueza es poder ver crecer su negocio, pero su producción se ve encarecida por el impedimento de adquirir maquinaria en el extranjero, ya que sobre los empresarios privados pesa una restricción que no les permite negociar lo que necesita.
“Cualquier maquinaria de última generación cuesta más de un cuarto de millón de dólares. Los frascos de tinta, equipos de diseños en 3D y otros materiales tienes que comprarlos a intermediarios que te cobran comisiones carísimas. Lo ideal sería poder importarlo directamente de mayoristas de Panamá o México, a precios más baratos”, opina Carlos.
Cuando usted charla con emprendedores privados, una de sus exigencias al régimen es la autorización para importar equipamientos o aceptar créditos de bancos extranjeros.
René, que es dueño de un taller de aplicaciones de software y repara equipos informáticos, asegura que las prohibiciones impuestas por el castrismo son “estúpidas” y obliga a muchos emprendedores a trabajar en el marco de la ley, empujando a la mayoría de ellos a una especie de limbo legal que no beneficia ni al Estado ni al empresario privado,
Esto obliga a muchos emprendedores a realizar falsas declaraciones al fisco o abrir negocios bajo una licencia que no es la suya. En la práctica, a pesar de la prohibición, miles de profesionales están trabajando por su cuenta por debajo del tapete. Y lo hacen sin pagar impuestos. Lo más inteligente es legalizar todo ese entramado, porque aporta un valor agregado que no generan los negocios de hospedajes, paladares y otros de servicios. Es absurdo que el gobierno frene el progreso. Hay que borrar de la mente esa primitiva concepción de que la riqueza es un delito perverso. El Estado lo que tiene que combatir es la pobreza. Y la función del sector privado es crear riqueza”.
Para Sahily una abogada que quiere ofrecerle asesoría legal a empresas extranjeras, afirma que las imposiciones del régimen sólo impiden que la inversión de otros países se alejen y no apuesten en el talento cubano como se debe.
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“Pero de momento, el gobierno no acaba de darse cuenta de que si quieren ver crecer las inversiones extranjeras, tienen que cambiar el marco jurídico y permitir la participación de particulares, si así lo desearan los dueños de firmas interesadas en establecer negocios en Cuba”.
En diciembre de 2016, un grupo de emprendedores privados tuvo una reunión de trabajo con funcionarios de la ONAT (Oficina Nacional de la Administración Tributaria), institución que rige el trabajo por cuenta propia en Cuba.
En dicho encuentro los cuentapropistas expusieron varias ideas que podrían servir para darle un espaldarazo a la empresa privada y a la vez ayudar a la moribunda economía cubana. Sin embargo los funcionarios del régimen sólo se limitaron a escuchar y tomar nota sin prometer absolutamente nada
“Se calcula en más de un 1.200.000 los cubanos que laboramos en cooperativas no agropecuarias o en negocios particulares. Creo que nos hemos ganado el derecho a que el Gobierno nos escuche. En ese primer encuentro no hubo compromisos, pero los funcionarios gubernamentales tomaron notas”, dijo una fuente que estuvo en la reunión.
El régimen mantiene su arcaica premisa socialista que la riqueza es la perdición de los pueblos, sin embargo sus altos dirigentes gozan de los lujos inalcanzables para el cubano de a pie.
Redacción Cubanos por el Mundo