La pregunta es certera. ¿Está la dictadura castrista en posición de aguantar otro estallido social como el del 5 de agosto de 1994? El ‘Maleconazo’ sentó un precedente en la historia de Cuba y las razones para la insurrección social siguen vigentes.
Un artículo firmado por Iván García para Diario Las Américas, cuestiona si el régimen castrista aguantaría otro ‘Maleconazo’, una protesta multitudinaria en la que el disgusto por la situación económica, política y social en Cuba, se apoderó de las calles.
En su artículo, García trae el panorama actual, enmarcado en una fecha clave para la historia de la Isla. “Es 5 de agosto de 2019. Decenas de personas, disgustadas, se aglomeran en las paradas de autobuses, esperando poder abordar un ómnibus en medio del cada vez más caótico transporte urbano. Otros, casi todos jubilados y amas de casa, rastrean en los sucios anaqueles del agro, en busca de viandas y frutas”.
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Y agrega una frase clave para en análisis: “Veinticinco años después, las circunstancias que provocaron el ‘Maleconazo’ persisten en la Cuba del nombrado presidente Miguel Díaz-Canel, designado a dedo por el dictador Raúl Castro”.
Las ganas de partir de la Isla también prosiguen, solo frenadas por las regulaciones migratorias en la “ruta alterna” que evadía las balsas y cruzaba Centroamérica. Así como los cubanos querían escapar antes y después del ‘Maleconazo’, hoy continúa la fuga por balsas y por cualquier medio que les permita ir hacia la libertad.
“Tengo un amigo en Málaga y otro en Santiago de Chile. Me quedo con el primero que me pague el pasaje”, comenta risueña Nieves, una joven con el pelo teñido de rubio, quien debe conectarse a Internet a alguna red Wifi en la calle.
Cuando usted quiere saber su opinión política o sus consideraciones sobre el nuevo gobierno de Díaz-Canel, las respuestas son similares: “Esto está de pi…, la cosa es al duro y sin guante. Esto no hay quien lo arregle, pero tampoco quien lo tumbe”. Por lo general son cubanos descreídos. No creen en la revolución y Fidel Castro es un nombre lejano, más simbólico que efectivo.
Pero no se atreven a admitir públicamente que otro ‘Maleconazo’ podría producirse.
“Veinticinco años después, en estos barrios marginales del corazón de La Habana, cuna del jineterismo (prostitución para el turista), el mercado negro, el juego prohibido y la mayor protesta popular acontecida en Cuba, el 5 de agosto de 1994, sus habitantes siguen siendo pobres, comen lo que aparezca, venden cualquier cosa e igual se empinan un trago de alcohol boricado que uno de Havana Club con siete años de añejo.”
Y aunque todos evadan admitirlo, un estallido social en la Isla podría tocar nuevamente. ¿Lo aguantaría el castrismo?
Redacción Cubanos por el Mundo