La Internet es uno de los principales desafíos para los regímenes totalitarios en pleno siglo XXI. Sin tener más remedio, las dictaduras han tenido que aceptarla como un mal necesario, al que buscan mantener a raya, mediante la represión de siempre pero adaptada a nuevos contextos digitales. Al menos en Cuba, las tácticas represivas no tienen límites y van en aumento, al igual que el número de usuarios en la web y la cantidad de opositores al régimen de Castro.
A criterio de la periodista María Matienzo Puerto, en publicación para Cubanet, el peligro latente de sufrir ataques cibernéticos o físicos ejecutados por el régimen, no aplica a quienes solo entran a Facebook o Instagram a compartir fotos de la última fiesta familiar, o para quienes se meten un rato a la web para ponerse al día con los familiares en el exilio, encuentros que suelen ser cortos para estirar el saldo que tanto cuesta a los cubanos.
“Pese a la baja conectividad y el atraso tecnológico, es más frecuente de lo que nos imaginamos este tipo de ataque en la isla. Por la misma puerta que nos abre la tecnología al mundo puede entrar el “enemigo”. Contra los gobiernos totalitarios, Internet puede ser un arma pero a la misma vez puede ser un instrumento para hacernos creer que son omnipresentes, que lo ven y lo saben todo”, enfatiza Matienzo.
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Iris Ruiz, actriz y activista por los derechos humanos en Cuba, explica que para controlar el tráfico informativo el régimen se vale de cualquier artimaña, ya sea en el mundo virtual o el real.
“Aquí hay una estructura mental que de cualquier manera les termina llegando la información, pero cuando no pueden por las vías tradicionales, o sea, la chismosa del barrio o el comité, se vuelven creativos y hacen cualquier cosa. Eso va de un asalto violento en una esquina y decomisos en la Aduana, hasta ataques cibernéticos dignos de la ciencia ficción, pero con consecuencias reales”.
Testimonios
Ataques de virus que se introducen camuflajeados en correos, decomiso arbitrario de computadoras, robo de equipos digitales en viviendas, asaltos callejeros, entre muchas otras experiencias, han debido soportar personalidades asociadas con la disidencia, tales como artistas y políticos.
Al artista plástico Luis Trápaga, quien está muy vinculado con activistas independientes, después de salir de una zona wifi descubrió que le faltaban algunos contactos con los que solía comunicarse.
“Fue una selección muy puntual: faltaba el de Berta Soler, el de algunos amigos y periodistas independientes”, cuenta. “No dije nada porque parecía una cosa de locos. No le encuentro explicación ninguna, la verdad, nada más de que me hayan entrado al teléfono mientras estaba conectado. Comencé a atar cabos, pero uno lo cuenta y le dicen que está loco”.
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Mientras que a Karina Gálvez, del grupo Convivencia, cada vez que entraba por el aeropuerto le “decomisaban” cualquier tecnología que intentara ingresar al país, incluso su laptop personal.
Robos extraños
A Samuel Riera, otro artista de la plástica, cuando regresaba de una Cooperación Cultural en Venezuela, le robaron en el hotel donde estaba hospedado solo el maletín en donde guardaba la laptop, los discos duros y la cámara fotográfica. Confesó que mientras estuvo en Venezuela había aprovechado para recopilar “muchísima información” a la que normalmente no se tiene acceso desde Cuba.
“Fue algo muy loco. No me quedé con los brazos cruzados, acusé directamente al jefe de la Misión de Cultura y ellos llegaron a decirme que había sido un autorrobo”, señaló, pero ante sus acusaciones le dijeron que si seguía investigando se desentenderían de él y no tendría cómo regresar a Cuba.
A Diarenis, vecina de San Miguel del Padrón, quien ha sido durante años activista por los derechos de las mujeres y los afrodescendientes, le robaron su disco duro de la sala de su casa “sin más ni más. Supongo quién fue”, confiesa, aunque no se atrevió a denunciar porque “tampoco tenía pruebas”.
En estos casos pudiera hacerse una denuncia formal o algún tipo de reclamación, aunque se sabe que nada sucederá o que les dirán que ellos mismos son los perpetradores.
Redacción Cubanos Por El Mundo
